Liturgia Viva del Martes de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario

Fecha

17 Sep 2024

Introducción
Primera Lectura. Lo que hace bello, y al mismo tiempo funcional, al cuerpo, es la variedad de sus miembros. Variedad no significa facciones (cfr. ayer), sino una diversidad de talentos, carismas y funciones que se deben coordinar para el bien del todo. — Pero ahí radica su grandeza y, a la vez , su peligro. La diversidad es destructiva o constructiva dependiendo de la mentalidad de los propietarios de los diferentes dones. El punto está en que, según el plan de Dios, nosotros no somos propietarios, sino administradores de los dones de Dios. ¿Qué clase de administradores somos?      
Evangelio. En el evangelio de hoy, Lucas intenta decirnos que ha llegado ya el tiempo de salvación, porque con Jesús, los ciegos comienzan a ver, los mudos oyen, los cojos caminan, y sí, hasta los muertos resucitan. Con él, una nueva era ha comenzado: la era de Dios. Es la era en la que ahora vivimos. — ¿La hacemos nosotros una era de resurrección y de vida, en la que nuestras manos tendidas hacia nuestros prójimos los alza por encima de sus miserias? ¿La hacemos una era en la que reavivamos nuestro amor enfermizo o muerto ya,  y lo restauramos de nuevo a la vida, en Cristo Jesús?

Oración Colecta
Oh Dios nuestro, fuente y culmen de vida:
En ti no hay contradicción entre unidad y diversidad,
pues tres divinas personas son necesarias
para revelarte y expresarte totalmente como un solo Dios..
Tú nos enriqueces a cada uno de nosotros con dones
y  con personalidades diferentes,
obra del mismo Espíritu Santo.
Danos a todos y a cada uno de nosotros
la mentalidad y actitudes
de nuestro Señor Jesucristo, única cabeza del cuerpo,  
para que juntos contribuyamos,
con las riquezas y diversidad de talentos recibidos,
a edificar tu Iglesia,
que es el único cuerpo místico
de tu Hijo, Jesucristo nuestro Señor.

Intenciones

  1. Para que, aun con toda nuestra variedad, tan diferentes como nos reconocemos, seamos todos uno en el único cuerpo místico de Cristo, la Iglesia,  roguemos al Señor.
  2. Que la eucaristía sea el vínculo que nos enlaza juntos, a ricos y pobres, a dueños y siervos, sea cual sea la clase social o el país a que pertenezcamos, roguemos al Señor.
  3. Para que el Espíritu Santo nos enseñe a caminar y a crecer juntos como una comunidad edificada sobre el amor, roguemos al Señor.

Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre nuestro:
Con este pan y este vino celebramos gozosamente
que formamos y somos un solo cuerpo en Cristo Jesús.
Danos la gracia de compartir ese único pan
y beber el mismo vino del Espíritu.
Acepta esta ofrenda que te presentamos,
pues, aunque somos muchos y diversos,
nos unimos al mismo y único sacrificio
ofrecido de una vez para siempre
por nuestro único Señor y Salvador Jesucristo.

Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Con pena constatamos
que tu Iglesia está con frecuencia rota y dividida,
ya que demasiados de entre nosotros
intentan caminar por sus propios caminos tortuosos
más bien que por el buen camino de tu Hijo Jesús.
Por la fuerza de este pan de vida,
ayúdanos a olvidar nuestros rencores y resentimientos
y a buscar siempre lo que nos une y enlaza juntos a todos,
en Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: ¡Qué vergüenza que tantas veces la verdadera unidad se nos sigue escurriendo! Tenemos que tener siempre presente que, aunque somos diferentes unos de otros, somos uno en Cristo Jesus.
Que el Espíritu nos una a todos juntos, con la bendición del Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo.


El material que aquí te ofrecemos está tomado de la obra del P. Camilo Marivoet, cicm y publicada en Filipinas por Claretian Publications (en inglés) con el título de LITURGY ALIVE. La traducción y adaptación es del P. Carmelo Astiz, misionero claretiano.
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