Liturgia Viva del Martes de la XXXI Semana del Tiempo Ordinario. Santa Ángela de la Cruz Guerrero González, virgen
CRISTO SE VACIÓ DE SÍ
(Flp 2,5-11; Lc 14,15-24)
Introducción
Oímos hoy en la primera lectura dos estrofas de un bello himno a Cristo. Este himno puede ser de origen sirio, y probablemente se utilizaba en la liturgia. Con palabras escuetas y concisas, este himno sintetiza a Cristo y a su misión: Cristo es divino, y sin embargo se revela en la humilde condición de un esclavo, de un ser humano, de un servidor; Cristo fue crucificado, pero luego resucitado y glorificado por encima de todo. Se humilló a sí mismo, esto es, renunció a la gloria que por derecho le pertenecía. Y este Cristo es el modelo para la gente, el paradigma de lo que una persona debe llegar a ser. ¿Somos nosotros como esa imagen?
Evangelio. El evangelio de hoy tiene en parte el mismo tema que el de ayer: que en el reino de Dios tenemos que abrir nuestros corazones y nuestros hogares a los pobres, los abandonados, los que no tienen ni nombre ni fama. Por eso tomamos los mensajes de la primera lectura de los años I y II.
Oración Colecta
Señor, Dios todopoderoso:
La gente -es decir, nosotros-
con frecuencia queremos ser nuestros propios dioses;
queremos decidir por nosotros mismos
lo que queremos ser y lo que es justo o equivocado.
Gracias, Padre, por enviarnos a tu Hijo,
que, siendo Dios, quiso hacerse un ser humano,
para servir a la gente, para sufrir por la gente,
para librar a la gente de su soberbia y autosuficiencia.
Gracias por subvertir nuestros valores humanos
y por ofrecernos la promesa de que nos resucitarás con Jesús
y de que le aclamaremos como a nuestro Señor y Salvador
para darte a ti gloria y alabanza
por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Para que la Iglesia, nuevo Pueblo de Dios, y sus líderes no busquen impresionar al mundo con esplendor y poder exterior, sino que se presenten a todos como humildes siervos, roguemos al Señor.
- Para que aprendamos de Cristo a abandonar nuestra vida egoísta y así dedicarnos a servir a los otros, roguemos al Señor.
- Para que, al ayudar a los pobres, no nos jactemos ni presumamos vanidosamente por el bien que hagamos, sino que intentemos sinceramente mejorar su condición sin jamás humillarlos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesús aparece aquí entre nosotros
en los signos, humildes y cotidianos,
de un trozo de pan y un poco de vino.
Ya que por vanidad estamos llenos de nosotros mismos,
queremos que él suscite en nosotros la perspicacia y el valor
para sabernos vaciar de nuestras fatuas pretensiones.
Enséñanos a llegar a ser como él
humildes servidores los unos de los otros
y también siervos tuyos, Dios y Padre nuestro,
que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
En esta eucaristía tú nos permites disfrutar
de la presencia salvadora de Aquél
que, siendo Dios, fue totalmente humano
en medio de gente como nosotros:
tu Hijo Jesucristo.
Te pedimos que por él comprendamos
que ser auténticamente humano significa
decir sí a la vida, con sus alegrías y también con sus cruces,
vivir generosamente para los otros,
e incluso aceptar serenamente la muerte
como la puerta a la eterna alegría
que has preparado para nosotros,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Recordemos lo que San Pablo nos ha proclamado hoy: Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Él se vació de sí y se humilló, aceptando incluso la muerte en la cruz. Por eso Dios le exaltó.
Que Dios todopoderoso les bendiga a ustedes, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.