Liturgia Viva del Martes de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario. San Alberto Magno, obispo y doctor de la Iglesia
(Ap 3,1-6. 14-22; Lc 19,1-10)
Introducción
Juan reprende e increpa a los cristianos de Sardes y Laodicea porque han abandonado su fervor inicial y necesitan convertirse. A subrayar, las duras palabras a los de Laodicea porque no son ni fríos ni calientes, sino simplemente tibios: “Les voy a vomitar de mi boca.”
Evangelio. Hoy encontramos a Zaqueo, el típico pecador rico como colector de impuestos, que como persona es pequeño y pobre. Corre a encontrar a Jesús y se convierte a través de este encuentro, pero es realmente Jesús quien toma la iniciativa al llamar a Zaqueo, encaramado en el árbol, y pedirle si puede alojarse en su casa. Ésta es la solución para el pecador tibio o frío: aceptar encontrarse de nuevo con el Señor. Este mensaje va para nosotros también. Si realmente encontramos a Jesús, nosotros también vamos a cambiar.
Oración Colecta
Tú sabes con qué frecuencia nuestro fervor se enfría,
y qué pobres de corazón somos a veces
cuando pensamos que somos ricos
y que estamos seguros por pertenecer a ti.
Te pedimos, Padre, que sepamos encontrar de nuevo a tu Hijo
en lo más profundo de nuestros corazones;
ayúdanos a buscarle sinceramente
para que su presencia nos cambie
y para que él viva realmente en medio de nosotros.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que hagamos todo lo que podamos para ver y encontrar al Señor, y experimentar profundamente su cercanía e intimidad, roguemos al Señor.
- Para que nuestro encuentro con el Señor en oración, en la gente de bien y en los pobres y marginados nos transforme interiormente, roguemos al Señor.
- Para que el participar en el banquete del Señor en la eucaristía haga más profundo nuestro amor a Cristo y a los hermanos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Tu Hijo está a la puerta y llama
para compartir con nosotros su pan de pobreza.
Que sepamos abrirle las puertas de nuestros corazones
y acogerle con entusiasmo.
Que sean su pan y sus actitudes
los que nos nutran, para que podamos vencer todo mal
por medio de él, que es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Tú nos has dado a Jesús como nuestro huésped
y al mismo tiempo como nuestro anfitrión
que se nos ha dado a sí mismo como alimento.
Él nos ha encontrado como al Zaqueo del evangelio.
Que él nos colme hasta rebosar
con su vida y con su amor,
para que él comience de nuevo su obra con nosotros.
Ayúdanos a ser, los unos con los otros,
tan acogedores como él ha sido con nosotros
y que él permanezca siempre a nuestro lado.
Te lo pedimos en el nombre del mismo Jesús, el Señor.
Bendición
Hermanos: Que ojalá también nosotros oigamos del Señor aquellas palabras .”La salvación ha llegado hoy a esta casa, a estas personas, a esta comunidad.”
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.