Liturgia Viva del Miércoles de la II Semana de Cuaresma
EL SUFRIMIENTO DEL PROFETA
(Jer 18,18-20; Mt 20,27-28)
Introducción
Un profeta es siempre una persona que molesta. Su misión es llamar la atención sobre los signos de los tiempos -denunciar lo que nadie se atreve a denunciar, empujar a la acción cuando nadie se mueve y cuando se toman las cosas con excesiva calma-. Su tarea es desagradable y la lleva a cabo de mala gana, porque suele ser un hombre tímido y miedoso. Suplica que le excusen, porque siempre se mete en problemas. Incluso es probable que le encarcelen y le asesinen. Esta fue la suerte de los profetas antes de Jesús. Y ese mismo fue el destino del mismo Jesús, aunque a través de la muerte ganó la gloria y nos trajo vida. — Los profetas que le siguen, por más tímidos que sean como profetas, tienen que participar también en ese sufrimiento-hacia-la-vida. Tienen al menos que aprender a servir; tienen que aprender que un servicio generoso y entregado ocasiona con frecuencia sufrimiento.
Oración Colecta
Tus profetas nos recuerdan,
a tiempo y a destiempo,
nuestras responsabilidades hacia ti
y hacia el mundo de nuestros hermanos.
Te pedimos que, cuando esos profetas
nos molesten y disgusten,
lo tomemos como una sana molestia,
y que su profecía suscite en nosotros
inquietud y deseo sincero de hacer tu voluntad
y de crear justicia y amor alrededor nuestro.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Por la santa Iglesia, para que sepa imitar al Señor, Jesús, y sea una Iglesia que ama y sirve, constante y sinceramente, roguemos al Señor.
- Por los profetas entre nosotros, que nos recuerdan que tenemos que vivir según nuestra fe, para que sepamos escucharles con respeto y docilidad, ya que es Dios mismo quien nos habla a través de ellos, roguemos al Señor.
- Por todos nosotros, para que, como seguidores del Señor sufriente, crezcamos espiritualmente como cristianos y como seres humanos por el modo de llevar nuestras cruces y sufrimientos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Tu Hijo Jesús se acerca a nosotros y nos pregunta:
“¿Pueden ustedes beber mi copa conmigo?”
Danos valor y fortaleza
para aceptar con Jesús cualquier sufrimiento,
a causa de tu reino,
porque sabemos que el sufrimiento
es la firma de autenticidad
en la vida del verdadero discípulo de Jesús.
Que nuestro sufrimiento nos traiga vida,
a nosotros y a nuestros hermanos.
Y ésta es la mejor ofrenda
que hoy te presentamos,
por medio del mismo Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Tu Hijo Jesús emprendió el camino hacia la cruz
sabiendo el sufrimiento que le esperaba,
pero consciente también de que su pasión y muerte
significaría vida y alegría para muchos.
Danos, Señor, un poco de su coraje y valor
para que no seamos ni evasivos ni miedosos en la vida,
sino que hablemos con energía y actuemos con firmeza
cuando se nos pida entrega y servicio
o cuando esté en juego tu reino.
Que tu Hijo permanezca con nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.