Liturgia viva del miércoles de la iii semana de Cuaresma, feria
LOS MANDAMIENTOS, SIGNOS DE LIBERTAD Y DE AMOR
(Dt 4,1.5-9; Mt 5, 17-19)
Introducción
¿Qué sentido tienen para nosotros los mandamientos de la Ley de Dios? Para algunos, son el resumen y la cima de toda moralidad; para otros, regulaciones estrechas y fuera de moda; y aún para otros, obstáculos para la libertad del Evangelio.
Para Israel eran la expresión de fidelidad a Dios y al pueblo entero, como parte de la Alianza con Dios. Los mandamientos eran el camino para liberarse de toda forma de esclavitud: de los otros dioses, del egoísmo, del rencor, de la explotación de una persona por otra… Eran el signo de pertenencia del pueblo a Dios, y de la cercanía de Dios al pueblo. Y testificaban que el amor a Dios y el amor al prójimo no pueden separarse.
En Cristo, todo esto queda cumplido, y mucho más. Los mandamientos permanecen, y se convierten en un paso fundamental, no hacia la salvación por medio de observancias concretas, para buscar comunicación con Dios en Cristo y comunión con nuestro prójimo; y están animados por el amor.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú nos has dado tus mandamientos
para ponernos en el camino de la auténtica libertad,
libertad de todas formas de alienación.
Te pedimos que aprendamos a obedecerlos
no para salvarnos por medio de observancias
ni para hacerte favores a ti,
sino para, siendo libres,
entregarnos a ti y a tu pueblo
y vivir en tu amor,
con Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor.
Intenciones
- Para que aprendamos a percibir los mandamientos, no como obstáculos a nuestra libertad, sino como los percibía el pueblo de Dios en la antigüedad: como guías para la fidelidad y para la genuina libertad, roguemos al Señor.
- Para que no nos veamos enredados en la letra de la Ley, sino que sirvamos al Señor con la libertad de los hijos e hijas de Dios, como Jesucristo nos enseña en el evangelio, roguemos al Señor.
- Para que constantemente nos preguntemos no tanto qué tenemos que hacer, sino más bien qué podemos hacer para amar cada día más a Dios y a los hermanos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tú estás cerca de nosotros, en tu Hijo Jesucristo.
Queremos que él nos haga conscientes
del precio que pagó por nuestra libertad.
Al sentarnos ahora a la mesa eucarística con él,
le pediremos que nos dé la gracia y la fuerza
para darte una respuesta de libertad
para que con él te amemos a ti
como hijos e hijas tuyos,
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tú nos has elegido para ser tu pueblo.
Que tu Hijo esté vivo en nosotros,
para que con él te seamos fieles a ti,
y marchemos juntos hacia adelante
para edificar una tierra de libertad
y para compartir los unos con los otros
hasta que tú te nos des totalmente por siempre.
Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Que el gran mandamiento que nos dio Jesús guíe nuestra vida y la haga rica y hermosa. Lo recordamos: “Amen a Dios, y a su prójimo como a ustedes mismos”. Contamos con la fuerza del Señor.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.
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