Liturgia Viva del Miércoles de la IV Semana de Pascua. San Luis María Grignion de Montfort, presbítero. San Pedro Chanel, presbítero y mártir
CRISTO NUESTRA LUZ – VIDA ETERNA
(Hch 12,24-25; 13, 1-5a; Jn 12,44-50)
Introducción
“Vine no a juzgar al mundo, sino a salvarlo”, nos dice Jesús hoy. Él vino para traernos vida, vida sin límite, vida eterna. Él viene como luz para nuestro mundo. Si creemos en él, iluminados con su luz lograremos percibir dónde nos falta amor que mueva el mundo, dónde nuestro sentido de justicia es sólo pálido y sin ilusión. A su luz aprenderemos a ver cómo podemos servirnos unos a otros y llegar a ser ricos y maduros como seres humanos. Entonces, nosotros también nos convertiremos al menos en diminutas luces que lleven un poco de claridad y calor a nuestro mundo frío y oscuro.
Oración Colecta
Por medio de tu mismo Hijo Jesucristo
tú nos aseguras que él vino no a condenar,
sino a traernos perdón y vida,
una vida que es rica y valiosa,
que vale la pena vivirla
y que nos revitaliza a nosotros y a nuestro mundo,
con amor y espíritu de servicio.
Queremos que Cristo esté con nosotros
como luz con la que vemos
todo lo que es bueno y digno de vivirse.
Y danos la gracia de participar un día en su vida eterna.
Te lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que también las Iglesias jóvenes estén dispuestas y deseosas de enviar misioneros a gentes y pueblos que todavía no gozan de la luz de Cristo, roguemos al Señor.
- Para que las personas que viven con inseguridad e incertidumbre, y en la oscuridad del temor y del sufrimiento, vean la luz de Cristo, que les lleva alivio y fortaleza, roguemos al Señor.
- Para que todos nosotros en esta nuestra comunidad seamos al menos un humilde, pero eficaz reflejo de la luz de Cristo, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
¡Qué bueno que no tenemos que esperar
al final de nuestra peregrinación en la tierra
para disfrutar la felicidad de la vida eterna!
Haz que, cuando comamos el pan de vida de Jesús,
y bebamos su sangre de fortaleza,
su vida crezca en nosotros
y florezca para la vida eterna.
Cumple en nosotros esta promesa
que nos hizo tu Hijo, Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Dichosos nosotros, que, gracias a Dios, no vivimos en la oscuridad, sino en plena luz. Podemos todavía plantearnos preguntas, no entendemos todo sobre nuestra fe, pero conocemos a la persona única de Jesús y creemos en él, que se proclamó a sí mismo como Luz del mundo. Que esta luz resplandezca siempre clara y radiante sobre nosotros.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.