Liturgia Viva – Miércoles de la V Semana de Pascua
UNIDOS EN LA VID VERDADERA
(Hch 15,1-6; Jn 15,1-8)
Introducción
Injertados por el bautismo en Cristo, que es la vid verdadera, y por lo tanto, llamados a ser uno en él, por vocación y por nuestro mismo ser cristiano, con frecuencia nos desintegramos en grupos y facciones a causa de nuestra procedencia de tierra y cultura, de regionalismos y diferencias de lenguaje, orígenes y clases sociales, raza y color, actitud o talante conservador o progresista… — Así mismo ocurría en la Iglesia primitiva: cristianos discriminados a causa de su origen pagano, facciones incluso entre los de origen judío. — ¿Somos nosotros acaso algo mejores? No es de extrañar que demos poco fruto… — Que el Señor nos pode y purifique y nos una a todos en Cristo, como sarmientos de la misma vid.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Tú nos has dado a tu Hijo Jesucristo
como la verdadera vid de vida
y como nuestra fuente de fortaleza.
Ayúdanos a vivir su vida
como sarmientos vivos adheridos a la vid,
y a dar fruto abundante de justicia, amor y paz.
Que nuestra unión a Jesús se haga visible
en nuestra apertura y generosidad,
de los unos a los otros,
y en nuestra unidad como hermanos y hermanas,
para que él esté visiblemente presente entre nosotros,
ahora y por los siglos de los siglos.
Intenciones
1) Señor Jesús, no permitas que tu Iglesia se divida en grupos y facciones cerrados y egoístas; haznos a todos uno en ti, de manera firme y profunda. Y así te rogamos:
2) Señor Jesús, que los enfermos y los que sufren recuerden que tú te identificas y eres uno con ellos. Y así te rogamos:
3) Señor Jesús, que el vino nuevo de tu gracia rebose en nosotros, para que nos haga grandes y fuertes en amabilidad y amor. Y así te rogamos:
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Tú plantaste a tu Hijo entre nosotros
como la verdadera vid que da vida.
Deseamos ardientemente
que él se nos dé de nuevo a nosotros hoy
en esta eucaristía
como pan de fortaleza
y se derrame a sí mismo por nosotros
como vino que unifica, da vida y alegría,
para que nosotros vivamos en él y él en nosotros
y para que demos frutos de unidad y de amor,
en el mismo Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro, Padre amoroso:
Te damos gracias por colmarnos
con la savia de vida de Jesús
-que es nuestra vid verdadera-.
Queremos seguir viviendo
en unión con él y con los hermanos,
para que en las incertidumbres de la vida
sigamos creyendo, esperando
y construyendo juntos
un reino de fraternidad y de amor.
Y cuando andemos un poco a ciegas en la oscuridad
-en días de prueba y sufrimiento-,
danos la convicción
de que tú estás purificando nuestra fe
y de que estás siempre con nosotros:
en los hermanos y en tu Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Jesús, el Señor, nos ha dicho hoy: “Vivan y permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes”. Sí, permanezcamos en su amor y hagamos las tareas de cada día en unión con él y sostenidos por su fuerza, y llevémosle a nuestros hermanos por medio de nuestra mutua preocupación, cuidado y amor.
Y para conseguir este preciado don, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.