Liturgia Viva del Miércoles de la XI Semana del Tiempo Ordinario. San Romualdo, abad
DANDO GENEROSAMENTE
(Mt 5:1-6, 16-18)
Introducción
Nos hablan hoy sobre el compartir sincero y generoso. La limosna, el dar -y también la oración y el ayuno- deben hacerse honrar a Dios, dice Jesús, no para complacerse en sí mismos o para ser admirado y aplaudido por los demás. Sería bueno para nosotros, para nuestras organizaciones católicas e instituciones de la Iglesia recordar que nosotros no tenemos el monopolio de la caridad, que Dios está presente en cada acto de amor y en cada compartir, aunque no lleven la etiqueta de “católico”. El auténtico amor es discreto, como el de Dios.
¡Qué petición tan valiente la del profeta Eliseo al pedir que Dios le dé una doble participación del espíritu profético de Elías! Que el Señor nos conceda el Santo Espíritu en gran medida.
Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú nos concedes que el Espíritu Santo
nos llene generosamente
con múltiples dones.
Y tú quieres que seamos
ministros de tu generosidad
para cada uno de nuestros hermanos.
Ayúdanos a expresarte nuestra gratitud
y a revelar tu bondad
compartiendo lo que somos y tenemos,
con total alegría y sinceridad,
como hizo Jesús, tu Hijo,
que vive y reina contigo
por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Para que nosotros seamos discretos y circunspectos cuando ayudamos a la gente marginada y necesitada, oremos.
- Que aprendamos a percatarnos de las tácitas necesidades de la gente modesta, tímida y sencilla, oremos.
- Que el Señor nos dé la gracia de ser generosos de corazón (siendo sensibles y compasivos) y también generosos de manos (con acciones de servicio concretas y comprometidas).
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tú nos das no solamente las cosas que necesitamos
sino también compartes con nosotros
lo mejor de ti mismo:
tu Hijo Jesucristo.
Acepta de nuestras manos
estos humildes dones de pan y vino,
que hemos recibido de ti.
Que por su medio
tu Hijo se haga presente entre nosotros.
Con esos dones queremos expresar
que nosotros también
estamos dispuestos a compartir con otros,
sin poner ni etiquetas
ni código de precios en nuestros dones,
y darnos a nosotros mismos con Jesús,
que vive contigo y con el Espíritu Santo
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro, nuestro Padre en el cielo:
Tus propios dones son con frecuencia
humildes y velados,
como el de darnos a tu Hijo
en los signos de pan y vino.
Oh Dios, que miras
en lo más profundo de nuestros corazones,
enséñanos a compartir sin exhibicionismos;
que nuestra mano izquierda no sepa
lo que nuestra mano derecha está dando.
Que nos contentemos con saber que tú lo sabes:
tú que eres nuestro Padre
en Cristo Jesús, nuestro Señor.
Despedida
Hermanos: Si amamos solamente a los que nos aman, hacemos simplemente lo que hace también la gente que no cree. Nunca habríamos de excluir a nadie de nuestro amor, ya que ésta es la señal distintiva de los seguidores de Jesús: “Amar al prójimo como a nosotros mismos.”
Para que puedan cumplir esto fielmente, que el Señor les bendiga, el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santo.