Liturgia Viva del Miércoles de la XXXIII Semana del Tiempo Ordinario
INVIRTIENDO LOS DONES DE LA FE
( Ap 4,1-11; Lc 19,11-28)
Introducción
– Pidiendo prestadas imágenes de Ezequiel 1 y 10, el autor del Apocalipsis nos da una visión inaugural en la que describe una liturgia celestial, mostrando el poder de Dios, que vencerá en la lucha entre el bien y el mal.
– Evangelio. La fe, el evangelio, la vida de Cristo son ricos dones que hemos recibido para trabajar, producir y negociar con ellos, como dice el evangelio. No podemos simplemente dar nuestra fe por sentada. Somos administradores de los bienes del Reino. Un buen administrador no solamente guarda lo que el amo le da, sino que lo invierte para que produzca más. Al que tiene, más se le dará. Ésta es la presentación de Lucas de la parábola de los talentos. ¿En qué medida es productiva nuestra fe?
Oración Colecta
Oh Padre, lleno de bondad y amor:
Nos has hecho ricos de muchas maneras,
poseemos nuestra fe, la Buena Noticia del evangelio,
y, sobre todo, poseemos a tu Hijo Jesucristo,
con su vida y su Espíritu,
y también a la gente que nos rodea.
Ayúdanos a crecer en esta fe y en este amor;
enséñanos a entregarnos generosamente
a tu reino de bondad y esperanza
para que seamos dignos de tu confianza,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que todo el mundo comparta los recursos de la tierra, en justicia, amistad y paz, roguemos al Señor.
- Para que todos nosotros salgamos responsables ante Dios por nuestras propias vidas y por la felicidad de unos y otros, roguemos al Señor.
- Para que no seamos avaros e inactivos con los talentos que el Señor nos ha dado, sino que demos a Dios y a los hermanos lo mejor de nosotros mismos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú nos has dado mucho
y nosotros tenemos bien poco para corresponderte.
Sin embargo, acéptanos
en estos humildes dones de pan y vino
y danos la confianza de que tú puedes hacer mucho
con gente consciente de su propia pobreza.
Guárdanos fieles en todas las cosas,
ya sean pequeñas o bien importantes,
para que prestemos fiel y constante servicio
a ti y a los hermanos.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre amoroso:
Te damos gracias por la palabra viva
y por el cuerpo de Jesús tu Hijo.
No somos más que tímidos e indecisos,
con miedo a comprometernos
cuando tú nos buscas para el trabajo.
Danos valor para vivir el evangelio
de forma consistente y radical
para que, aunque nos sintamos pobres,
seamos ricos en Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Cuando el Señor nos pregunte qué hemos hecho con los ricos dones que él nos ha dado, ¿qué responderemos? ¿Responderemos simple pero inadecuadamente, que no hemos hecho nada malo, o bien podremos decir que hemos sido muy activos, invirtiendo en la gente, en los hermanos, trabajando por la verdad, la justicia y el amor, como el Señor nos pide?
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.