Liturgia viva del sábado de la I semana de Adviento
UN DIOS COMPASIVO
(Is 30,19-21, 23-26; Mt 9,35-10,1.6-8)
Introducción
Dios es compasivo. No puede permitir que su pueblo sufra. Esta actitud compasiva de Dios se ha hecho visible en la persona de Cristo.
Primera Lectura: El texto del Antiguo Testamento, que es quizás una elaboración sobre pensamientos de Isaías hecha por algún autor posterior, promete la restauración del pueblo de Dios después de su conversión. Dios tendrá compasión de su pueblo. Promete liberación del mal, de la enfermedad, del hambre, de la violencia, injusticia, a condición de que el pueblo se dé cuenta de su propia pobreza y de su incapacidad para vivir como debería sólo por sus propias fuerzas. Pero Dios obrará todo eso en el pueblo y con el pueblo.
Evangelio. En el Nuevo Testamento Jesús saldrá a nuestro encuentro para ayudarnos. Él envía a la Iglesia, aún hoy, a encontrar al pueblo en sus miserias y a aliviar todo sufrimiento.
Oración Colecta
En tu Hijo Jesucristo te has revelado como Dios del pueblo.
Vuelve nuestros corazones vacíos hacia ti;
danos ojos claros para ver la profundidad de nuestra pobreza
y nuestra incapacidad para construir un mundo mejor
contando sólo con nuestros propios recursos.
Por eso, ven tú a construirlo con nosotros
por medio de tu Hijo y Salvador nuestro,
Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que los líderes de nuestras comunidades sean hermanos y hermanas de corazón grande, pacientes, generosos y compasivos, roguemos al Señor.
- Para que proclamen el evangelio como Buena Noticia de salvación, que traiga a todos alegría, justicia y amor, roguemos al Señor.
- Para que con su vida sean ejemplos vivos de lo que enseñan y predican, y así el mensaje del evangelio se haga creíble por medio de ellos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
En torno a la mesa de tu Hijo
tú cuidas y curas las heridas de tu pueblo
y colmas con la fuerza de Jesucristo
a los pobres y sencillos de espíritu.
Mantennos en marcha,
con la esperanza firme
de que con él podemos reconstruir
lo que nuestras mismas manos han destruido,
y que podemos transformar nuestras miserias
en alegría y felicidad duraderas.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Tú has querido que tu Hijo se encontrara con nosotros
aun contando con la imperfección de nuestro amor.
Por medio de él, presente entre nosotros,
abre nuestras manos y corazones
a todas las enfermedades, necesidades
y miserias de nuestros hermanos.
Y danos fuerza e inspiración
para perdonar, compartir, animar,
y así llegar a ser, todos juntos,
el pueblo que vive en tu amor
y se gloría y alaba sin cesar
el nombre de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.