Liturgia viva del Sábado de la VII Semana de Pascua. San Agustín de Canterbury, obispo
DEDICADOS AL EVANGELIO
(Hch 28,16-20. 30-31; Jn 21,20-25)
Introducción
Los libros que han sido nuestros principales compañeros a través del tiempo de Pascua (Hechos de los Apóstoles y evangelio de San Juan) acaban con el testimonio comprometido y entusiasta de la Buena Noticia de Jesús: Pablo en cautividad, y Pedro, cuyo martirio se predice, y Juan, el apóstol querido, que nos ha dado en su evangelio un verdadero testimonio de Jesús.
¿Qué testimonio damos nosotros de Jesús? ¿Muestra nuestro estilo de vida, nuestra manera de vivir, que de verdad creemos en él y que le amamos?
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Como María, las mujeres y los apóstoles
en la víspera del primer Pentecostés,
también nosotros estamos reunidos en oración.
Que el Espíritu Santo descienda sobre nosotros,
para que seamos creyentes entusiastas
y testigos fieles de la persona
y del Evangelio de Jesús.
Que nuestra manera de vivir dé testimonio claro
de que Jesús es nuestra luz y nuestra vida,
ahora y por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Para que la misterio de Pentecostés sea para la Iglesia, no algo que ocurrió en el pasado, sino una repetida renovación en el perdón, en la vida y en el amor de Cristo, roguemos al Señor.
- Para que, por el poder del Espíritu Santo, seamos fieles a nuestra fe y a nuestro compromiso por todo lo que Jesús nos enseñó, roguemos al Señor.
- Para que el Espíritu Santo siga re-creándonos de nuevo en el amor a Dios y en el amor a los hermanos, roguemos insistentemente al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios nuestro, amoroso y fiel:
En estos signos de pan y vino
queremos celebrar la memoria
de Jesús, nuestro Señor y Salvador.
Por el poder del Espíritu Santo,
haznos un solo corazón y una sola alma en él.
Que nuestro amor, preocupación y cuidado
de los unos por los otros
exprese una fe fuerte
en la persona y en el mensaje de Jesús
y den testimonio de que él vive en medio de nosotros
y de que estamos unidos
en el mismo Jesús, nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
En esta eucaristía Jesús nos ha alimentado
con su palabra y con su cuerpo.
Permítenos ir con él y tras él
en el viaje de nuestra vida,
fuertes y confiados por medio del Espíritu Santo,
para que sepamos construir tu reino
de amor y justicia,
y para que alcancemos nuestro destino
de felicidad sin fin.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Que la Iglesia sea como un libro abierto en el que la gente pueda leer la palabra de Dios. Que el Señor esté en nuestros corazones y en nuestros labios, para que podamos proclamar dignamente su evangelio.
Para ello que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.