Liturgia viva del Sábado de la XVI Semana del Tiempo Ordinario
EL TRIGO y LAS MALAS HIERBAS
Liturgia de la Palabra
Primera Lectura
Año II: Jer 7,1-11
Jeremías describe el apego del pueblo a falsas seguridades –el templo y sus prácticas religiosas– y cómo su culto no resuena en su vida como fidelidad a Dios porque son injustos con sus hermanos, los oprimen y explotan. Su formalismo no los va a salvar. Como no nos va a salvar a nosotros las formalidades de nuestra religión.
Evangelio: Mt 13,24-30
Por todas partes, en torno a nosotros, como también en nuestros corazones, las malas hierbas van creciendo juntamente con el trigo (lo malo con lo bueno). Así es la vida, y nos cuesta aceptarla como es. Vemos, antes que nada, cómo crecen las malas hierbas en el jardín de nuestro prójimo, y queremos que las arranque. Pero deberíamos mirar adentro de nuestro corazón. ¿Qué hacer? Arrancar lo malo de la mejor manera que sepamos. Y no disgustarnos, porque, después de todo, no somos perfectos. Tenemos que aceptarlo con fe y esperanza, y dejarlo todo en las manos de Dios.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro, tú lo sabes:
Nuestros corazones están divididos,
desgarrados entre lo bueno y lo malo.
Danos ojos claros para mirar
en nuestros propios corazones
más que en los de nuestro prójimo
y aceptar humildemente que no somos tan buenos
como nos gustaría ser.
Ayúdanos a crecer
para llegar a ser cada día más semejantes
a aquel que es tu perfecta imagen y nuestro modelo,
Jesucristo nuestro Señor.
Oración de los Fieles
1. Que la Iglesia sea paciente, llame siempre a la conversión y esté siempre dispuesta al perdón, roguemos al Señor.
2. Que las familias sean pacientes con sus hijos y sus problemas, para acompañar su crecimiento adecuadamente, roguemos al Señor.
3. Que en nuestras comunidades cristianas no juzguemos ni condenemos a nadie, sino que nos ayudemos a ser mejores y crecer en Cristo, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Aquí, sobre esta mesa, tenemos pan de trigo puro.
Por el poder de tu Santo Espíritu,
cambia este pan en el Cuerpo de tu mismo Hijo;
cambia también nuestros corazones,
que están cubiertos de la mala hierba del pecado,
y transfórmalos en ofrenda pura para ti,
Dios nuestro, que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Acepta nuestra acción de gracias
porque has sembrado en nosotros
la promesa de una buena cosecha.
Dale pleno cumplimiento
a nuestros frágiles empeños,
por mediación de aquel que murió
para que nosotros vivamos:
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Dios es paciente con nosotros. Nos da tiempo para poder sanar y para crecer. Ojalá sepamos brindarnos el mismo cuidado y paciencia los unos a los otros. Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.