Liturgia viva del San Alfonso María de Ligorio, obispo y doctor de la Iglesia
EL CAMPO DEL MUNDO
(Ex 33:7-11; 34:5-9, 28; Mt 13:36-43)
Introducción
El Libro del Éxodo nos da aquí un lindo ejemplo del tierno amor del Dios de la Alianza para con su pueblo a veces rebelde y caprichoso. Él sigue protegiéndolos y haciéndose presente a ellos (de aquí, la nube). Su presencia es muy íntima, sobre todo para Moisés. De aquí el resplandor del rostro de Moisés.
Evangelio. Jesús explica la parábola del trigo y la cizaña. El bien y el mal coexistirán siempre en la Iglesia y en el mundo, hasta que llegue el buen tiempo” de Dios. La palabra de Dios nos debería ayudar a ser pacientes y comprensivos con los aspectos demasiado humanos de la Iglesia, tanto la del pasado como la de nuestros días. La buena voluntad, en definitiva, triunfa; estamos seguros de esto mientras trabajamos ya en el presente para purificar a la Iglesia y a nosotros mismos.
Colecta
Señor Dios nuestro,
sembrador y amante de todo lo bueno:
A veces somos impacientes
acerca de las debilidades humanas de tu Iglesia:
tanto de sus líderes como de sus miembros.
Ayúdanos a no condenar tan fácilmente,
sino a mirar nuestros propios defectos,
y a trabajar con todas nuestras fuerzas
para poder revelar en nosotros y en la Iglesia
el rostro genuino de Jesús,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Para que la oración íntima con el Señor ilumine nuestros rostros y nuestras vidas, como los de Moisés, roguemos al Señor.
- Para que aunque nuestra responsabilidad en la Iglesia sea humilde, el Espíritu del Señor nos otorgue la fuerza y valor para hablar claro y promover eficazmente todo lo que es justo, verdadero y bueno, roguemos al Señor.
- Para que nosotros no usurpemos la tarea de Dios de separar la cizaña del trigo en la Iglesia, sino que le dejemos el juicio a él, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Por el bien de tu Alianza te pedimos el pan de fortaleza
de tu Hijo Jesucristo.
Que él nos cure de todas nuestros males
y nos dirija a ti, Dios nuestro,
que eres nuestra confianza y esperanza
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
Tú quieres que seamos contigo y como tú,
en este nuestro mundo,
sembradores de bondad,
de esperanza y paz, de alegría y libertad.
Cuenta con nosotros, tal como somos,
con nuestras cualidades y defectos,
para que participemos de la pasión
y resurrección de tu Hijo
y llevemos a este mundo a un nuevo renacer
por medio de quien es nuestro Salvador,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Dios hace brillar el sol igualmente sobre buenos y sobre malos.
No somos nosotros los jueces de la Iglesia o del mundo; dejemos que Dios sea quien juzgue. Roguemos para que nos guarde siempre fieles él.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.