Liturgia Viva del San Felipe Neri, presbítero
GRANDEZA A TRAVÉS DEL SERVICIO
(Año I. Eclo 36,1-2a. 5-6. 13-19; Mc 10,32-45)
Introducción
Año I. En la primera lectura, en una plegaria se le pide a Dios que revele su grandeza y santidad a todos los pueblos, mostrándoles sus obras maravillosas.
Evangelio. El evangelio nos dice que el Dios grande salvará a los hombres por medio de Jesucristo, el Hijo de Dios, que vino a ser siervo y servidor de todos. Los seguidores de Jesús deben, como él, aprender a servir, y aprender a ello incluso a costa de sufrimiento.
Oración Colecta
Oh Dios, Señor de todos:
Tu Hijo Jesús era en dignidad igual a ti
y sin embargo se hizo nuestro hermano y servidor.
Que su Espíritu esté vivo en nosotros
y nos disponga a ser, como él,
débiles y vulnerables,
de forma que podamos servirnos unos a otros,
especialmente a los más débiles de nuestros hermanos.
Que de esta manera la gente pueda experimentar
qué fuerte y atrevido es tu amor.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Por los que tienen autoridad en la Iglesia, para que no se vuelvan fríos funcionarios, sino que sean “ministros”, es decir, servidores de todos, roguemos al Señor.
- Por nuestras familias cristianas, para que los padres, por su mutuo cuidado y servicio, preparen a sus hijos para prestar servicio a otros, roguemos al Señor.
- Por las muchas personas que nos sirven de tantas maneras para proveernos de las cosas y de la ayuda que necesitamos –sirvientes, choferes, enfermeros, técnicos y tantos otros imposible ahora de mencionar- para que seamos siempre agradecidos y amables con ellos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesús,
al dársenos a sí mismo
en el banquete eucarístico
bajo los signos de pan y vino,
nos pide beber con él
la copa del amor sacrificado.
Que él nos colme con ese amor
que nos haga comprender
que somos grandes cuando servimos a los demás
y cuando utilizamos nuestras vidas
para dar a los hermanos una oportunidad
para vivir y ser libres.
Que no busquemos otra recompensa
que la de compartir el mismo destino de Jesús,
quien es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Padre amoroso:
Tu Hijo ha estado con nosotros
en esta celebración eucarística
como el siervo y servidor de todos.
Que él disponga de nuestros corazones
y nos otorgue su fuerza y valor
para entender, comprender y aceptar a los otros,
acompañándolos en el camino de la vida,
sufriendo con ellos sus mismas penas,
regocijándonos en sus alegrías
y llevando los unos las cargas de los otros,
para que el mismo Jesús permanezca con nosotros
ahora y por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Nosotros también estamos aquí para servir, más que para ser servidos. La tarea no es fácil. Miremos y sirvamos a los demás, sin reparar en nosotros mismos.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre todos nosotros y nos acompañe siempre.