Liturgia viva del San Ignacio de Loyola, presbítero
Introducción
Mientras se recuperaba de una herida contraída como soldado, Ignacio leyó vidas de santos, al no tener otros libros a mano. Estas lecturas le hicieron reflexionar seriamente sobre el sentido y finalidad de la vida, hizo peregrinaciones, y por fin decidió servir a Dios. La “Compañía” que él fundó debía estar a disposición del Papa, para servir a las más urgentes necesidades contemporáneas de la Iglesia. En tiempo de Ignacio los Jesuítas contribuyeron decisivamente a contrarrestar las herejías, reformando la Iglesia, y comenzando misiones en el extranjero. Para él la acción apostólica debe tener como base la oración y la reflexión. Sabio consejo éste, también para nosotros hoy.
Colecta
Señor Dios nuestro:
Como San Ignacio de Loyola
hemos aceptado tu invitación
para seguir a tu Hijo Jesús
como discípulos suyos
y para ofrecer todo lo que hacemos
“Ad Majorem Dei Gloriam”,
para tu Mayor Gloria.
Danos la fuerza de tu Espíritu
para no buscarnos a nosotros mismos
y para aceptar nuestra misión en la vida
con todas sus consecuencias.
Estamos seguros de que así
Jesús nos llevará hacia ti,
nuestro Dios bondadoso,
que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios, Padre nuestro:
Que ojalá en esta eucaristía
Jesús, el Señor, nos una
tan íntimamente a él
que nos disponga a aceptar con sumo gusto
cualquier misión que quieras encomendarnos.
Que el servicio a la Iglesia y sus necesidades
sea nuestra principal preocupación
y que sepamos prestar siempre este servicio
para la mayor gloria de Dios.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro:
En esta eucaristía nos has inspirado
con la palabra y con el cuerpo de Jesús.
Que el mismo Jesús nos otorgue
su Espíritu de discernimiento
para que nos percatemos claramente
de la tarea que tenemos ante nosotros
y nos entreguemos a ella con sabiduría,
total dedicación y sin miedo ni vacilación,
por que sabemos que estamos colaborando
en tu trabajo redentor,
tú que eres nuestro Dios
de vida y salvación,
por los siglos de los siglos.