Liturgia Viva del Santa Cecilia, virgen y mártir
SANTA CECILIA, Virgen y Mártir
Introducción
De esta popular santa romana conocemos bien poco. Parece que era hija de una rica familia pagana. Se había hecho cristiana. Su familia intentó en vano casarla con un joven pagano. Ella replicó, según la leyenda, que “su novio era Cristo”. Y también lo demás es leyenda: que cantó a Dios en el día de su matrimonio con Cristo (el día de su martirio). Esto la hizo patrona de los músicos.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
La celebración de Santa Cecilia nos recuerda
que tú quieres que encontremos a tu Hijo
como nuestro compañero en la vida y en la muerte.
Guárdanos siempre despiertos e interesados en el amor
que él nos ofrece de diversas maneras:
en esta eucaristía, en el perdón,
en los acontecimientos de la vida,
en los hermanos y hermanas que él nos encomienda…
Que él sea nuestra paz en las tensiones,
nuestra alegría incluso cuando sufrimos,
nuestra vida y felicidad más allá de la muerte.
Que él nos admita a tu eterna fiesta de gloria,
porque él es nuestro Señor y Salvador,
ahora y por los siglos de los siglos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Nosotros, tu Pueblo en marcha,
te presentamos este pan y este vino,
por intercesión de Santa Cecilia,
como una ofrenda y una plegaria
para que Jesús venga con nosotros
en nuestro camino duro y agotador
y nos sostenga en la fe y en la esperanza.
Que él llene cada uno de nuestros días
con obras de bondad y sabiduría.
Y que este banquete de la eucaristía
nos prepare para participar en tu fiesta celeste,
que se prolongará por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Oh Dios de nuestra esperanza y alegría:
Estamos seguros
de que hemos encontrado a tu Hijo Jesús
en esta celebración eucarística.
Hemos reconocido su voz;
él nos ha alimentado con el Pan de sí mismo.
Que el mismo Jesucristo sea la lámpara
que brille con claridad sobre nuestra vida
y que nos haga oír siempre su voz
que nos grita desde nuestros hermanos necesitados,
para que, cuando él venga, nos encuentre dispuestos ya
a reunirnos en la fiesta de tu Reino
y, con Santa Cecilia, a cantar tus alabanzas
por los siglos de los siglos.