Liturgia Viva – Santos Basilio Magno y Gregorio de Nacianzo, obispos y doctores de la Iglesia
EL MESÍAS EN MEDIO DE NOSOTROS (1 Jn 2,22-28, jn 1,19-28)
Introducción
En su primera carta, el evangelista Juan, probablemente reaccionando contra los Gnósticos, categóricamente afirma que Jesús es el Mesías, el Ungido (Cristo) en medio de nosotros.
Como Juan el Bautista en el evangelio de hoy, nosotros, y con nosotros toda Ia Iglesia, tenemos que afirmar rotundamente que no somos el Cristo, aunque él está en medio de nosotros, pero que tenemos que ser su voz, sobre todo por la forma cómo vivimos. Nuestras vidas tienen que apuntarle y señalarle a él.
Oración Colecta
Oh Dios y Señor nuestro:
Tu Hijo vive entre nosotros,
pero nosotros no lo conocemos bastante
y la gente tampoco lo conoce lo suficiente,
porque no le ve ni dentro de nosotros ni en medio de nosotros.
Haz que seamos su voz
-aunque quizás casi silenciosa y tímida-,
cuando mostremos un poco de su bondad,
de su compasión y perdón
por el modo cómo vivimos.
No somos Cristo, el Ungido, el Mesías,
pero querríamos ser su humilde señal y su voz,
porque él es nuestro Salvador y Señor
por los siglos de los siglos.
Intenciones
– Para que la Iglesia y todos nosotros formemos una sola voz que apunte y señale a Cristo como nuestra vida y como la fuente de nuestra fe y de nuestra felicidad, roguemos al Señor.
– Especialmente por nuestros sacerdotes, religiosos y catequistas, que por vocación son para los otros como señales de ruta hacia Cristo, para que su palabra y su estilo de vida lleven al pueblo hacia él, roguemos al Señor.
– Por los miles de millones de hombres y mujeres que todavía no conocen a Cristo, para que un día puedan descubrirle, y que él dé sentido a sus vidas, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios nuestro, Padre amoroso:
Tú vienes a nosotros como una persona humana,
humano como nosotros y cercano a nosotros
en tu Hijo Jesucristo.
Danos una fe en él viva y profunda,
para que vivamos en él
y nos sintamos cercanos a él
en todo lo que decimos y hacemos.
Porque él es nuestro Dios y Señor,
y aun así, nuestro hermano que nos ama.
Te lo pedimos
por medio del mismo Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Padre de Jesucristo:
Tu Hijo nos ha hablado con su palabra
y nos ha alimentado con su alimento único:
su cuerpo y su sangre.
Ahora, al conocer a Jesús un poco mejor,
te pedimos con insistencia
que lleguemos a amarle mucho más,
ya que de muchas maneras
él es todavía un extraño para nosotros
y a nosotros todavía nos falta mucho
para asemejarnos a él.
Que Cristo viva en nosotros
ahora y por los siglos de los siglos. Amén.
Bendición
Hermanos: ¡Ojalá pudiéramos ser voces y signos de Cristo de mayor calidad! Nuestro apremiante deseo es que nosotros mismos, y todo el mundo, le conozcamos mejor.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y les acompañe siempre.