Liturgia Viva del Santos Joaquín y Ana, padres de la bienaventurada Virgen María
LA BUENA TIERRA DE VIDA
Introducción
Primera Lectura. Jeremías afirma, en la historia de su llamado especial por parte de Dios, que es Dios mismo quien le ha dado su misión de hablar claro como profeta.
Evangelio: Dios está buscando buena tierra para sembrar sus semillas de vida. ¿Tenemos corazones de piedra en los que nada crece? ¿O corazones, abiertos a la Buena Noticia de la salvación, pero tan cubiertos por malas hierbas: como es la constante preocupación por los afanes de la vida y por cosas de poca importancia, que no nos deja tiempo para cultivar el crecimiento en nosotros de la vida y del amor de Dios. Pidamos en esta Eucaristía que sepamos dar buena y rica cosecha, como el profeta Jeremías.
Colecta
Señor Dios nuestro: Tú plantas en nuestros corazones la buena semilla de tu palabra y la riegas con tu gracia. Te pedimos que el buen terreno de nuestros corazones sea receptivo para cada palabra que tú nos diriges en el evangelio, en los acontecimientos de la vida, en cada persona buena que encontramos. Ayúdanos a dar buena y rica cosecha de integridad, compasión y amor, por el poder de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por los siglos de los siglos.
Intenciones
Por los que esparcen la semilla de la Buena Nueva de salvación: pastores y misioneros, catequistas y maestros, para que sigan con ilusión sembrando la semilla, aun cuando no vean cosecha todavía, roguemos al Señor.
Por los labradores que siembran y plantan, para que el Señor les regale buen tiempo y abundantes cosechas, y que nosotros les estemos agradecidos por su duro trabajo, roguemos al Señor.
Por todos nosotros, para que no permitamos que los afanes de la vida asfixien la palabra de Dios en nosotros, sino que nos abramos al mensaje de Dios y lo vivamos constantemente, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro: La cosecha de nuestros campos ha producido sus frutos y aquí tenemos pan y vino para traernos fuerza y alegría. Que ellos se conviertan para nosotros en el cuerpo y sangre de Jesús, tu Hijo, para que sigamos creciendo en la vida que él nos trajo con su muerte y resurrección, hasta que estemos maduros y dispuestos para tu cosecha. Concédenoslo por Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, buen sembrador: En esta eucaristía tu Hijo Jesús sembró de nuevo en nosotros la semilla de la Buena Noticia, del evangelio, No permitas que los afanes y preocupaciones de la vida cubran de malas hierbas tus buenos dones, ni que estrangulen tu vida en nosotros. Danos la gracia de que cada uno de nosotros y todos los miembros de tu Iglesia seamos buena tierra en la que crezca todo lo que tú has plantado, para que cuando camines por tu campo puedas sonreír satisfecho ante la promesa de una rica cosecha, a causa de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: El evangelio de hoy nos ha dicho: “Un sembrador salió a sembrar”. ¿En qué clase de tierra dejamos caer la semilla en nosotros? Seguramente a veces nuestra tierra es receptiva y está dispuesta, pero otras veces lo está menos. Que la palabra de Dios no permanezca nunca sin respuesta en nosotros. Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes.
El material que aquí te ofrecemos está tomado de la obra del P. Camilo Marivoet, cicm y publicada en Filipinas por Claretian Publications (en inglés) con el título de LITURGY ALIVE. La traducción y adaptación es del P. Carmelo Astiz, misionero claretiano.