Liturgia Viva del Santos Timoteo y Tito, obispos
Introducción a la Primera Lectura:
Me has despreciado, quedándote con la mujer de Urías
El adulterio de David con Betsabé y el homicidio de Urías subrayan que el pecado es, en gran medida, parte de nuestra historia humana; y Cristo, descendiente de David y Betsabé, con su humanidad salvará a nuestra humanidad enredada en el pecado. Pero donde abundó el pecado, abundan todavía mucho más la gracia y la vida de Cristo.
Oración Colecta
Oh Dios, siempre paciente y bondadoso:
Calma nuestra impaciencia
cuando tratemos de imponer
tu verdad, tu justicia y tu paz
a un mundo, e incluso a una Iglesia,
que aún no están dispuestos a acogerlas.
Que en nuestro desaliento e impotencia
logremos aceptar
que todo crecimiento verdadero viene de ti.
Nosotros sólo podemos plantar la semilla:
hazla tú brotar y florecer
hasta hacerse un árbol frondoso
que cobije a muchos en sus ramas.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Intenciones
– Para que la diminuta llamita de fe, todavía viva en los corazones de muchos que abandonan la Iglesia, no se apague, sino se avive de nuevo y se convierta en luz brillante que renueve sus vidas, roguemos al Señor.
– Para que nuestras escuelas siembren en los corazones de nuestros jóvenes las semillas de la fe y de un amor generoso y servicial, y para que el Señor bendiga a los educadores en su formidable misión, roguemos al mismo Señor.
– Para que los misioneros sigan sembrando con ilusión la semilla de la alegre Buena Nueva de salvación en nuestro mundo, que con frecuencia se muestra indiferente y hostil al evangelio, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, paciente y poderoso:
Te presentamos ahora los frutos
procedentes de diminutas semillas de trigo
y de pequeños brotes de la vid.
Por el poder de tu Espíritu
se convertirán en Jesús mismo,
para vivir en medio de nosotros.
Que la semilla de su vida y su mensaje
dé frutos entre nosotros, su pueblo,
y nos haga cuerpo visible del mismo Cristo para el mundo,
para que crezcan en todos nosotros
una serena confianza y una firme esperanza.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Con tu mano generosa has sembrado
aquí, entre nosotros, en esta eucaristía,
la semilla original de todo lo bueno y verdadero,
tu Hijo Jesucristo.
Aunque ahora nuestra fe y nuestro amor
parezcan insignificantes y decepcionantes,
danos la esperanza y el valor
para que el mismo Jesús pueda unirnos en una comunidad
donde prevalezcan siempre la verdad, la justicia y la libertad,
hasta que la cosecha esté ya lista para la recolección,
a su debido tiempo, cuando tú dispongas.
Concédenoslo por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: La paciencia y un sentido de humilde modestia son necesarios en el trabajo de Dios. Él siembra, él planta, y él da crecimiento. Él también cosechará. Pero él espera, de todos modos, que nosotros colaboremos con él, bajo su amparo y bendición.
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.