Liturgia Viva de Todos los Santos
SOLEMNIDAD DE TODOS LOS SANTOS
Tuvieron el Valor de Ser Diferentes
Saludo (Rom 1,7)
Para todos ustedes, queridos de Dios,
y llamados a ser santos,
gracia y paz de Dios nuestro Padre
y de Jesucristo el Señor.
Que su amor y su paz esté siempre con ustedes.
Introducción por el Celebrante
En esta celebración de Todos los Santos nos preguntamos: ¿Qué idea tenemos de los santos? Son para nosotros como soñadores idealistas, fuera de todo contacto con el mundo y con la gente, pasivos y tristones como sus estatuas de escayola? La liturgia de hoy nos cuenta una historia diferente. Los Santos son gente ordinaria como nosotros, con la misma carne y sangre que nosotros. Pero tuvieron la valentía de ser diferentes, de hacer las cosas ordinarias de la vida a la manera extraordinaria de Cristo, de quien toman su valor. Ellos nos avergüenzan con su serena, pero fuerte amabilidad, su integridad, su entrega a Dios y a sus hermanos, trabajando por la justicia, la verdad y la paz. Pidámosle al Señor, que está aquí con nosotros, la fuerza para seguirle a él como ellos lo hicieron.
Acto Penitencial
¿Creemos realmente que nosotros, pecadores, estamos llamados a ser santos? Examinémonos ante el Señor.
(Pausa)
– Señor, tú nos dices: “Bienaventurados los pobres de espíritu.” Te hemos escuchado, pero es difícil hacer lo que nos dices. Por nuestra auto-suficiencia y egoísmo, R/ Señor, ten piedad de nosotros.
– Cristo Jesús, tú nos dices: “Bienaventurados los misericordiosos.” Pero muchas veces somos insensibles a las miserias de los otros y nos afectan bien poco. Por nuestra dureza de corazón y falta de interés, R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
– Señor, tú nos dices: “Bienaventurados los pacíficos”. Nosotros no compartimos fácilmente la paz del perdón y del servicio comprometido. Por nuestra soberbia, rencor y violencia, R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor; perdona nuestros pecados; danos el valor para vivir tu evangelio y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Roguemos al Señor para que los santos nos inspiren a seguir a Cristo, como ellos lo hicieron.
(Pausa)
Oh Dios de esperanza y Señor del futuro: Por medio de los santos nos inspiras hoy con nuevas esperanzas en el futuro del mundo y de la gente. Que nos percatemos, Señor, de que, con tu fuerza, hasta nuestros sueños más atrevidos pueden hacerse realidad, e incluso pueden ser superados: que la justicia, la paz y el amor sean valores por los que valga la pena vivir y morir, y que, un día, tú corones tu propio trabajo en nosotros, por Jesucristo nuestro Señor.
Liturgia de la Palabra
Primer Lectura (Rev 7,2-4.9-14): Victoriosos con Cristo.
San Juan nos da una visión de esperanza en el futuro último: Los que viven conforme al evangelio serán victoriosos con él. Su número será incontable.
Segunda Lectura (1 Jn 3,1-3): Hijos de Dios
La clave para toda felicidad es el amor: La certeza de que Dios nos ama -“él nos amó primero”- y de que somos sus hijos e hijas. Esta certeza nos hace capaces de toda esperanza y amor.
Evangelio (Mt 5,1-12a): Las Bienaventuranzas: Valores de Dios
Los valores del evangelio difieren claramente de los del mundo; sin embargo, tenemos que vivirlos en el mundo para transformarlo en mundo de Dios. Las Bienaventuranzas son la inspiración perfecta y exigente de una vida cristiana.
Oración de los Fieles
Nos llamamos hijos de Dios, y eso es precisamente lo que somos. Oremos, pues, a Dios nuestro Padre con toda confianza y amor, y digámosle: R/ Oh Dios, Padre santo, escucha nuestra súplica.
1) Por todos los hombres y mujeres de la tierra, para que su amistad, amor y felicidad sea un signo y un anticipo de la felicidad eterna que tú quieres concedernos a todos, roguemos al Señor.
R/ Oh Dios, Padre santo, escucha nuestra súplica.
2) Por todas las Iglesias cristianas, para que crezcan en solidaridad y se acerquen unas a otras en reconciliación y unidad, roguemos al Señor.
R/ Oh Dios, Padre Santo, escucha nuestra súplica.
3) Por los que sufren por la pobreza, calamidades naturales, desgracias, injusticia y persecución, para que estén convencidos de que Cristo está de su lado, roguemos al Señor.
R/ Oh Dios, Padre Santo, escucha nuestra súplica.
4) Por los que no tienen valor para romper con la tentación y el pecado, y por los que no se atreven a comprometerse a seguir el evangelio de Cristo, para que los santos les inspiren a ellos y también a nosotros, roguemos al Señor.
R/ Oh Dios, Padre Santo, escucha nuestra súplica.
5) Por todos nosotros, para que construyamos comunidad, y para que las semillas de santidad crezcan en nuestros corazones y en nuestras obras, roguemos al Señor.
R/ Oh Dios, Padre Santo, escucha nuestra súplica.
6) Por nuestros seres queridos, difuntos ya, para que descansen seguros en el amor y la alegría del Señor, roguemos al Señor.
R/ Oh Dios, Padre Santo, escucha nuestra súplica
Señor Dios nuestro, tú quieres que seamos felices con tu propia felicidad. Llena nuestra vida de cada día con tu presencia salvadora. Indúcenos a buscar la clase de felicidad que es auténtica y que dura hoy, mañana y por los siglos de los siglos. Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro: Jesús, tu Hijo, tuvo el valor de ser diferente y original. Por medio de este pan y de este vino sobre el altar te ofrecemos ahora nuestra buena disposición para avanzar por su camino de santidad. Así como por la acción del Espíritu cambias el pan y el vino en el mismo Jesucristo, transfórmanos a nosotros, débiles y tímidos como somos, en nuevas personas, dispuestos a arriesgarnos a remodelar el mundo según tu imagen. Y aunque no podemos todavía ver ahora el resultado, danos la convicción de que tú vas a llevar a un final feliz lo que hemos comenzado con sacrificio y esfuerzo. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Con alegría damos gracias al Padre por las maravillas que su gracia ha obrado en los Santos, buenos hermanos y hermanas nuestros. Ofrezcamos esta eucaristía con Jesús, para que, como los Santos, nos esforcemos por llegar a ser más semejantes a él.
Introducción al Padre Nuestro
Dios ha colmado nuestros corazones con gran amor. Él quiere que nos llamemos hijos suyos, y esto es ciertamente lo que somos. Así con Jesús podemos decir en verdad: R/ Padre nuestro que estás en el cielo…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la paz en nuestros días.
Danos el valor de seguir, con los Santos,
el mismo camino que tu propio Hijo Jesús
siguió hacia ti, en penas y alegrías,
en fuerza y en debilidad,
mientras aguardamos con gozosa esperanza de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
Invitación a la Comunión
Este es Jesucristo, el Señor, Cordero de Dios que compartió nuestros sufrimientos para hacernos partícipes de su gloria. Dichosos los que tienen hambre y sed de Dios, que ellos se saciarán.
Oración después de la Comunión
Oh Dios santo, fuente de toda santidad: Amabilidad, integridad, reconciliación, pobreza y pequeñez ante ti, sufrimiento liberador… son actitudes nada fáciles para ponerlas en práctica en nuestra vida; sin embargo, son la materia de la que están hechos los santos. Danos tu fortaleza, Señor, ya que, por nosotros mismos, somos incapaces de llevar adelante una tarea pensada para gigantes. Danos a tu Hijo para que sea nuestro compañero en este viaje hacia ti, pues estamos seguros que con él lo podemos hacer, él que es nuestro Señor y Salvador por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Los santos eran gente como nosotros, débiles, con los mismos defectos que nosotros; solamente que ellos no se conformaron con esos fallos. Ellos vivieron las mismas vidas que nosotros, pero de forma más audaz y valerosa. Nosotros estamos llamados a la misma santidad a la que Dios les llamó a ellos.
Que sepamos responder al llamado de Dios con la fuerza y bendición de Dios todopoderoso: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.