Liturgia Viva del Viernes de la 10ª Semana de Tiempo Ordinario
FORTALEZA EN LA DEBILIDAD – (2 Cor 4:7-15; Mt 5:27-32)
Introducción
Pablo experimentó dentro de sí mismo, en la médula de sus huesos, la contradicción de la coexistencia de la fuerza de Dios que obraba en él para el apostolado y, por otra parte, su propia debilidad humana. Esta es también la experiencia de toda la Iglesia y personalmente de cada uno de nosotros: É sta puede ser, por ejemplo, la experiencia de los casados, a quienes se pide fidelidad absoluta, aunque sean débiles. Porque portamos dentro de nosotros mismos tanto la muerte como la resurrección de Cristo. Pero Dios y la gracia de Cristo nos hacen siempre más fuertes en nuestra debilidad.
Colecta
Señor Dios nuestro,
el mundo habla de muerte:
tu muerte, la muerte de los humanos,
la muerte de mitos y de lo sagrado.
No obstante, guárdanos fieles, Señor,
a nuestra misión de anunciar vida y esperanza.
Ayúdanos, pecadores como somos,
a proclamar tu misericordia.
Aunque no somos ni santos ni héroes,
danos la valentía de ser testigos
de tu firme lealtad,
junto con aquel que fue fiel hasta el fin,
Jesucristo, nuestro Señor,
por los siglos de los siglos..
Intenciones
– Por la Iglesia, pueblo peregrino de Dios, para que tanto sus líderes como el pueblo fiel se enfrenten a las tensiones de nuestro tiempo con valor y coraje, roguemos.
– Por nuestro país, para que sin ningún miedo sigamos dando testimonio del evangelio trabajando por la justicia y la dignidad de la persona humana, roguemos.
– Por los que dudan de su fe o de sí mismos, para que la confianza en Dios restaure su paz interior, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro,
pretendemos ser fuertes,
pero no somos más que potes de barro,
quebradizos y vulnerables.
Danos a tu Hijo Jesucristo
y fortalécenos con su Espíritu,
para que, cuando no veamos respuesta a nuestros problemas,
nunca nos desesperemos;
para que, cuando seamos derribados,
nos levantemos de nuevo
alzados con Jesucristo,
que es Señor nuestro
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro,
tú nos has entregado a tu Hijo
y nos exiges que mostremos al mundo tu rostro
y el auténtico rostro humano que nos mostraste en Cristo.
Perdónanos, Señor,
cuando distorsionamos este rostro
o lo presentamos
no más que como una tosca caricatura del mismo.
Ayúdanos en nuestros torpes esfuerzos
para que seamos nosotros mismos para el mundo
la imagen de aquél que compartió nuestra debilidad, Jesucristo, tu Hijo,
que vive ahora contigo por los siglos de los siglos.
Bendición
Frecuentemente sentimos qué débiles somos, cómo queremos llevar una vida sana y recta, y sin embargo caemos tan fácilmente. Pero el Señor resucitado es nuestra fortaleza, en él confiamos, y por ello damos gracias a Dios con él.
Que el Dios todopoderoso les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.