Liturgia viva del Viernes de la II Semana de Adviento
¡NO SEAS NIÑO!
(Is 48:17-19; Mt 11,16-19)
Introducción
“¡Ojalá hubieran prestado atención a lo que les dije”, se queja el Señor por medio del profeta, porque Dios quiere nuestro propio bien. — Jesús también se queja de que hay gente que se comporta de modo infantil, cuando Juan Bautista predica arrepentimiento y conversión en preparación para la venida del Mesías: Son como niñas que se niegan a bailar cuando la flauta toca melodías alegres, o como muchachos que rechazan llorar cuando la gente está llorando. El Señor está en medio de nosotros y pide que nos comprometamos seriamente para poder guiar a nuestro mundo hacia la vida, la justicia y la felicidad. ¿Para qué vale nuestra fe, si no la practicamos?
Oración Colecta
Con demasiada frecuencia nos hacemos sordos a tu voz
y a la presencia de tu Hijo en medio de nosotros, su pueblo.
Inspíranos por tus profetas y tu Espíritu
para comprender que justamente ahora es el momento
de cambiar y de comprometernos
al estilo de vida y a la justicia exigidas por el reino.
Ayúdanos a hacer ver y comprender a la gente
que tu Hijo vive en medio de nosotros
y que él es nuestro Dios y Señor
por los siglos de los siglos.
Intenciones
- Señor, haznos atentos a la voz de tu Santo Espíritu, para que no dejemos pasar el momento preciso, cuando él nos inspira a trabajar por la justicia y el amor; por eso te rogamos.
- Danos la gracia de saber escuchar a la gente que rechaza nuestra pasividad, laxitud y materialismo; por eso te rogamos.
- Guía a nuestros líderes políticos para que sigan la voz de su conciencia para el bien común de nuestro pueblo, antes de que busquen, con descarado egoísmo, su ganancia personal, su ventaja y poder político; por eso te rogamos.
Oración sobre las Ofrendas
Te presentamos ahora estos dones de pan y vino
y nos unimos a tu Hijo Jesucristo
sentados a la mesa que él nos prepara.
Danos determinación y fuerza
para llevar su mensaje y su vida
a la gente que nos rodea.
Ayúdanos a comprometernos a nosotros mismos,
como él, con ilusión, con audacia, y sin vacilar,
porque él es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Oración después de la Comunión
Ahora que acabamos de alimentarnos
con el pan de vida de tu Hijo, en la eucaristía,
ayúdanos a hacer pronto cuanto antes
el bien que hemos aplazado por tanto tiempo.
Danos el don de ser justos e imparciales con todos;
que sepamos respetar a los pobres y a los pequeños,
visitar a los enfermos
y alimentar a los hambrientos.
Señor estamos esperándote;
pero no permitas que tú tengas que esperarnos a nosotros,
pues queremos seguir fielmente a tu Hijo,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre ustedes y permanezca para siempre.