Liturgia Viva – Viernes de la XXIII Semana del Tiempo Ordinario
OJOS CLAROS Y LIMPIOS
Introducción
Año I. San Pablo desahoga sus sentimientos de gratitud por lo que han hecho en él la gracia y la misericordia de Dios. — Quizás la gracia de Dios no se nos ha aparecido a nosotros de forma tan dramática como en la vida de Pablo, pero, aunque no nos hayan derribado de un caballo con el rayo de Dios irrumpiendo en nuestras vidas, tenemos tantas cosas por las que agradecer… Y nosotros también, como Pablo, somos lo que somos por el amor misericordioso de Dios. — ¿Qué otra forma mejor para expresar nuestra gratitud a Dios que la eucaristía?
Evangelio. El evangelio de hoy considera todo lo referente al fenómeno de la visión: los ciegos no pueden mostrar el camino a otros, ojos heridos distorsionan lo que ven en otros y no pueden ver sus propios defectos. — Habríamos de tener nosotros una ceguera “amable y comprensiva” para las faltas de los otros. Por otra parte, miremos primero dentro de nuestros corazones; éste es quizás el camino para amar un poco más a los hermanos.
Oración Colecta
Señor Dios nuestro:
Tú eres justo y santo,
y, sin embargo, eres paciente y tolerante con nosotros.
Pero nosotros, aun tardos en aprender, somos discípulos
de nuestro único Maestro, Jesucristo.
Él vio las faltas de la gente,
pero había venido no para condenar
sino para perdonar y salvar.
Te pedimos, Señor:
Danos ojos limpios y claros para mirar
dentro de nuestro corazón y nuestra conciencia,
pero empáñalos tenuemente con las sombras del amor
cuando veamos las faltas de los que nos rodean.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que Jesús muestre el camino a seguir a los que honestamente buscan la verdad y la bondad, y para que falsos líderes no los desorienten ni engañen, roguemos al Señor.
- Para que Jesús muestre el camino a seguir a los que condenan fácilmente a los otros, y a los que no están dispuestos a perdonar y a aceptar con bondad a los demás, roguemos al Señor.
- Para que Jesús nos muestre el camino a seguir, para que aprendamos a percibir el mal que está en nosotros y a no condenar ya más a otros por los males a los que también nosotros nos sentimos inclinados, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tu Hijo Jesucristo
hizo brillar su luz en nuestra oscuridad;
él abrió los ojos de los ciegos.
Danos, como tu mejor don,
a tu Hijo aquí en esta eucaristía,
para que abra nuestros ojos
a tu amor que perdona
y a tu bondad, presente y perceptible
en la gente que nos rodea.
Concédenos todo esto
en nombre de Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre nuestro:
Tú nos has permitido a todos nosotros,
aun con nuestras faltas y hábitos molestos,
participar en esta eucaristía,
banquete de hermandad y unidad
de Jesucristo tu Hijo.
Ayúdanos a aceptarnos mutuamente
también en la vida de cada día,
y a cubrir los defectos de los otros
con el suave manto de la comprensión y el amor.
Que sepamos vencer al mal con el bien
y traer tu paz a esta nuestra tierra,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: Los ojos que no buscan el mal en los otros son como los ojos de Dios. Él no es como un policía que esté al acecho para cazarnos cuando nos comportamos mal. Él perdona y sana.
Que el Dios todopoderoso les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.