Liturgia viva del Viernes de la XXVIII Semana del Tiempo Ordinario
EN LAS MANOS DE DIOS
(Año I. Rom 4, 1-8; Lc 12, 1-7)
Introducción
Año I. Abrahán se salvó no por lo que hizo, sino porque, cuando era un pagano y pecador, descubrió a un Dios bondadoso en quien creyó. Él sabía que estaba ante Dios con manos vacías y aceptó recibir gratuitamente de las manos del mismo Dios.
Evangelio. Cristo continúa denunciando a los fariseos. En las contradicciones de una vida que quiere ser fiel al evangelio, los cristianos tienen que seguir los caminos de Dios, no los suyos propios. Se confían a las manos de Dios que cuida de ellos y que los aprecia profundamente.
Oración Colecta
Nos paramos ante ti con manos vacías.
Nuestras buenas intenciones
y todas las obras que hacemos
son impotentes para salvarnos.
Oh Dios, ayúdanos a aceptar esta verdad,
ya que hiere nuestro orgullo.
Enséñanos a recibir gratuitamente
tu gracia, tu amor misericordioso,
así como la ayuda y el amor de nuestro prójimo.
Sálvanos y líbranos de nosotros mismos y del pecado
por la gracia de Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
- Para que nuestra fe sea un encuentro personal con un Dios vivo al que nos entregamos confiadamente, roguemos al Señor.
- Para que no presumamos de lo que hemos hecho por Dios, sino que reconozcamos con gozo, humildad y gratitud lo que Dios ha hecho por nosotros, roguemos al Señor.
- Para que con gran confianza nos pongamos en las manos de Dios, que nos ama profundamente en Cristo Jesús, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Frente a la contradicción y oposición
tu Hijo Jesús te fue totalmente fiel y leal,
porque sabía que vivía en la palma de tu mano.
En estos signos de pan y vino
nosotros también nos entregamos a ti
porque sabemos que somos tus amigos
y que te preocupas de nosotros
y que también nos llevas en la palma de tu mano,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Tú nos amas tal como somos,
incluso cuando ves nuestras faltas y defectos.
Tú te olvidas del mal que hacemos
y nos consideras suficientemente buenos
como para darnos el mejor regalo: tu Hijo Jesucristo.
Acepta nuestra sincera acción de gracias
y que tu Hijo nos colme con su espíritu de confianza y amor
para que nosotros también aprendamos
a confiar en los demás y a amarnos unos a otros
y así llegar a ser una comunidad en la que Jesús vive,
él que es nuestro Señor y Salvador
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hermanos: Jesús nos asegura que Dios se preocupa de nosotros y que somos preciosos para él. Pidámosle que nos guarde siempre en su amor.
Y que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y permanezca para siempre.