Liturgia Viva del Viernes de la XXXIV Semana del Tiempo Ordinario
EL REINO DE DIOS ESTÁ CERCA
(Ap 20,1-4, 11-15; 21,1-2; Lc 21, 29-33)
Introducción a la Primera Lectura
El Libro del Apocalipsis nos da hoy una visión de esperanza: Dios finalmente saldrá victorioso; las fuerzas del mal serán encadenadas para siempre; el justo reinará con Dios; un nuevo cielo y una nueva tierra aparecerán; el nuevo pueblo de Dios (la nueva Jerusalén) será puro. Tenemos que ser conscientes de que la vida eterna está ya obrando en la vida de los bautizados, y la gente misma ayuda al alumbramiento de un mundo nuevo. Como dice Jesús, tenemos que percatarnos de cómo estas cosas están ya sucediendo ahora.
Introducción al Evangelio
Los fieles deberían conservar la esperanza con paciencia: El reino de Dios está cerca. No solamente hay signos de desesperanza como conflictos y tensiones, que surgen tanto desde dentro del pueblo de Dios como desde fuera, sino que también hay signos de esperanza; y nosotros deberíamos percibirlos.
Oración Colecta
Oh Dios del tiempo y de la eternidad:
Tú nos has confiado a nosotros, a tu pueblo,
tu proyecto de amor sobre la gente y el mundo.
No permitas que hagamos retrasar tus planes
por nuestras propias limitaciones.
Haznos conscientes de que lo único que podemos hacer
es ser levadura, y ser un signo
de que la planta que tú has sembrado crecerá.
Consérvanos esperando con paciencia
que la integridad, el amor y la justicia
lleguen como don tuyo,
cuando tú quieras, al tiempo por ti designado,
por medio de Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
– Para que busquemos siempre signos de esperanza cuando la vida se hace difícil y nuestra fe entre en crisis, roguemos al Señor.
– Para que continuemos siempre esperando en que el Señor, Jesús, esté siempre con nosotros hasta el fin del tiempo, roguemos al Señor.
– Para que aceptemos que es difícil para el reino de Dios abrirse paso y llevar justicia, amor y paz a todos, roguemos al Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios de las promesas:
Para destruir los poderes del mal
tu Hijo vino no como un rey triunfante,
sino como el “Hijo del Hombre” sufriente.
Por medio de este pan y de este vino que ahora te ofrecemos
queremos unir nuestro destino al suyo.
Que aprendamos de él,
cuyo aparente fracaso en la cruz condujo a la victoria,
a aceptar con paciencia y esperanza
las tensiones de nuestro tiempo
y el lento crecimiento de tu reino;
porque sabemos que guardas fielmente
tus promesas de vida eterna, de amor y felicidad
por Jesucristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Señor, Dios de esperanza:
Tú nos has dado un hermoso sueño,
una linda utopía y una bella tarea:
la de tu reino eterno de fraternidad, amor y alegría;
pero estamos interiormente divididos
entre desaliento y esperanza
porque esa tarea está por encima de nuestras fuerzas.
Gracias por reavivar nuestras expectativas
por medio del pan y vino de tu Hijo en la eucaristía.
Ayúdanos a desarrollarnos como pueblo nuevo
a través de nuestras luchas y tensiones
por la fuerza de aquél a quien diste
soberanía, reinado y gloria,
Jesucristo nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: A veces los no_creyentes dicen que los cristianos miran al cielo porque no saben ni pueden tratar con el mundo. Cristo nos dice que tenemos que tratar con el mundo y que tenemos que transformarlo, para trabajar por la consecución de “un nuevo cielo y una nueva tierra”. Intentemos hacer eso con la bendición de Dios todopoderoso, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.