Liturgia Viva del XIV Domingo del Tiempo Ordinario

Fecha

03 Jul 2022
Finalizdo!

Los Discípulos Deben Ser Misioneros

Saludo (Ver Segunda Lectura)
Misericordia  y paz  para todos los que llegan a ser nuevos en Cristo. Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo  esté siempre con ustedes.

Introducción por el Celebrante
¿Cuántas personas pertenecen a nuestra Iglesia? Los católicos no alcanzan al 18% de la población mundial. Sin embargo, Lucas recuerda hoy lo que Jesús nos dijo: “La mies es mucha, pero los obreros pocos. Rueguen al Señor que envíe obreros a su mies”. Y entonces, ¿a quién envía Jesús? No sólo a los líderes, sino también a los discípulos. Y ¿a dónde los envía? A todas las naciones y a todos los pueblos, ya que son setenta y dos, tantos como pueblos conocidos en aquel tiempo. ¿Y cómo los envía? Con toda humildad, recibiendo la hospitalidad y bondad de la gente y proclamándoles el Reino de Dios.  Pidamos a Jesús que nos haga mensajeros idóneos, especialmente por la forma como vivimos nuestra vida cristiana.

Acto Penitencial
Somos mensajeros de Jesús. ¿Ayuda nuestra forma de vivir
a que él sea conocido y amado por los hermanos? Examinémonos ante el Señor.
(Pausa)

  • Señor Jesús, tú nos envías a sanar  a los enfermos aquejados de cualquier enfermedad  y a anunciar el reino de  Dios: R/ Señor, ten piedad de nosotros.
  • Cristo Jesús, tú nos dices que vayamos a la gente con mucha discreción, y que aceptemos todo lo que ella con generosidad nos ofrezca: R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
  • Señor Jesús, tú nos aseguras que nada nos va a herir y que nuestros nombres están escritos en el cielo: R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Ten misericordia de nosotros, Señor, y perdona todos nuestros pecados.  Danos entusiasmo para anunciarte a los hermanos para que ellos te conozcan, y llévanos a la vida eterna.

Oración Colecta
Oremos para que con nuestra vida
proclamemos el evangelio.
(Pausa)
Señor Dios de paz y de alegría:
Tú quieres que todo el mundo viva
en tu Alianza de paz y misericordia.
Sigue convocando a toda la Iglesia,
y a cada uno de nosotros,
para llevar al mundo un mensaje de paz
de justicia y de amor restaurados.
Desármanos de nuestros temores,
y, por el poder de tu Espíritu,
envíanos a anunciar la Buena Nueva,
de forma que todos  reconozcan y acepten
a nuestro Señor y Salvador Jesucristo,
ahora y por los siglos de los siglos.

Primer Lectura (Is 66,10-14c): Un Río de Paz
En tiempo de guerra y dificultades, un profeta dice con valentía: Dios es nuestra madre que nos va a dar la paz.

Segunda Lectura (Gal 6,14-18): Tenemos que Llegar a Ser Nuevos en Cristo aun cuando tengamos que sufrir, como el Señor,  podemos gozar de paz, si nos esforzamos por hacernos nuevos y mejores en Cristo.

Evangelio (Lc 10,1-12. 17-20): Jesús Envía a Sus Discípulos en Misión
Jesús envía a sus setenta y dos discípulos al mundo para llevar el mensaje de paz de Dios a los que quieran escucharlo. Los que acojan este mensaje tendrán paz.

Oración de los Fieles
Ya que somos sus discípulos, Jesús nos envía a compartir su mensaje de paz y alegría. Presentémosle ahora el deseo profundo de paz y esperanza de todos los hombres y mujeres de nuestro mundo, y digámosle: R/  Señor, escucha a tu pueblo.

  1. Para que tanto los pastores como los laicos en la Iglesia anunciemos sin descanso la Buena Noticia de Salvación, como la fuente de felicidad y de paz para todos, roguemos al Señor.
  2. Para que los gobernantes y líderes de las naciones renuncien a la insensata carrera de las armas, y depongan su soberbia y su hambre de poder, y así busquen una paz genuina y duradera entre los pueblos, roguemos al Señor.
  3. Para que encontremos paz dentro de nosotros mismos, aprendamos también a aceptarnos como somos,  busquemos y trabajemos por la justicia y la paz del reino de Dios, roguemos al Señor.
  4. Para que los diferentes pueblos, razas y culturas se regocijen en las riquezas de los demás y trabajen para dar  -especialmente a los más destituidos-  acceso al trabajo, a los bienes espirituales y materiales y a la dignidad humana, roguemos al Señor.
  5. Para que, en nuestros hogares y comunidades, todos nosotros llevemos la paz de la comprensión y la compasión a los enfermos, a los discapacitados y a los abandonados, y para que lo hagamos con espíritu de amor y de servicio, roguemos al Señor.

Señor Jesucristo, danos la gracia de saber amar y compartir tu Buena Noticia de Salvación, pues tú eres nuestra paz, alegría y esperanza, ahora y por los siglos de los siglos.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Que tu Hijo Jesús parta para nosotros su pan de paz
y escancie para nosotros su vino de alegría.
Que él venga con nosotros
para que hablemos palabras que generen paz
y para que tengamos el valor
de buscar la paz de la justicia,
del perdón y de la esperanza,
hoy y por los siglos de los siglos.

Introducción  a la Plegaria Eucarística
Con Jesús alabamos ahora y damos gracias al Padre por habernos salvado por la muerte y resurrección de su Hijo. Que, como discípulos suyos, trabajemos fielmente para llevar a todos al reino de Dios.

Invitación al Padre Nuestro
Como discípulos muy interesados por el reino de Dios,
oramos a nuestro Padre del cielo
con la oración del Señor,
para que éste reino alcance a todos los hombres.
R/ Padre nuestro…

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos tu paz en nuestros días.
Líbranos de toda auto-complacencia
que nos encierra en nosotros mismos.
Ayúdanos  a compartir la alegría y esperanza
de la Buena Noticia salvadora del evangelio
con todos los que la anhelen
y también con los que sean indiferentes a ella
al desconocer sus riquezas.
Que ojalá todos nosotros trabajemos juntos
para la venida entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
R/ Tuyo es el reino…

Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor, que nos dice:
“Vengan a mí, todos los cansados y agobiados,
que encuentran la vida difícil de soportar,
porque les voy a refrescar”.
Vengan, gustemos y veamos
la bondad del Señor.
R/ Señor, no soy digno…

Oración después de la Comunión
Oh Dios y Padre nuestro:
Tú has partido para nosotros el único pan de tu Hijo
y nos has servido el vino de su única copa salvadora.
Que ojalá todos formemos y permanezcamos
el único cuerpo vivo de Cristo
en unidad, amor y paz.
Envíanos a llevar a todos tu paz,
como personas que la aman
y que quieren ser instrumentos de la misma.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Hermanos: El mensaje de hoy debería sacudir interiormente al Pueblo de Dios  -a todos y cada uno de nosotros-  a convertirnos en una Iglesia misionera, abierta a todos, que alcance a todos, porque sólo Cristo y su evangelio pueden producir alegría auténtica y paz verdadera.
Todos nosotros somos parte de esa Iglesia, y, por tanto, nuestra tarea es hacer visible que Cristo está vivo entre nosotros.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.