Liturgia viva del XIX Domingo del Tiempo Ordinario

Fecha

13 Ago 2023
Finalizdo!

Saludo (Ver el Salmo Responsorial)

Escucharé la voz del Señor, porque habla de paz.
Su ayuda está cerca para los que le temen.
Que el Señor, con su ayuda, esté siempre con ustedes.

Introducción por el Celebrante
    ¿Podemos encontrar al Señor en el caos de nuestras dudas, nuestra confusión, nuestra fe vacilante? ¿Podemos encontrarle todavía en el desorden de nuestro tiempo? Él está aquí en las tormentas y dificultades del pequeño mundo de nuestro propio corazón; y también en el ancho mundo, dividido y amenazante, en donde es difícil reconocerle. Si realmente encontramos al Señor en la fe, en la amistad y en el amor, entonces el Señor hace que todo se vuelva tranquilo, aun cuando el viento huracanado siga soplando, ya que el Señor deja sentir su presencia. Sigamos confiando, sigamos creyendo, pues el Señor está aquí con nosotros.

Acto Penitencial

Cuando nos hundimos en el pecado, gritamos:
Señor, sálvanos, que perecemos.
Pidamos al Señor que nos extienda su mano salvadora.
(Pausa)

Señor Jesús, tú nos regañas con cariño:
"Gente de poca fe, ¿por qué dudan?"
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo Jesús, cuando estamos muertos de miedo,
tú nos dices:
"Ánimo, soy yo! ¡No teman!"
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor Jesús, te pedimos confiadamente:
Si realmente eres tú,
mándanos ir a ti a través de las olas
para seguirte hasta el fin.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.

Ten piedad de nosotros, Señor, calma las tormentas causadas en nosotros por el pecado; danos tu paz, y llévanos a las alegrías de la vida eterna.

Oración Colecta

Pidamos a Dios una fe firme
que no vacile ni se debilite.
(Pausa)
Oh Dios, Padre nuestro:
Creemos en ti, en tu solicitud y en tu amor.
Pero tú sabes cómo, con frecuencia,
nuestra fe es probada por dudas,
incertidumbres y temores.
Te pedimos que creamos firmemente
que tu Hijo Jesús está con nosotros
para reavivar nuestra fe y darnos fortaleza
para vivir aun contando con los riegos
de dudas, vacilaciones y ambigüedades,
y también para confirmar en su fe
a nuestros hermanos y hermanas necesitados.
Sostén nuestra esperanza,
y que Jesús nos tome de la mano y nos lleve a ti,
Dios y Padre nuestro
por los siglos de los siglos.

Oración de los Fieles
    Oremos con profunda fe a nuestro Dios, que está siempre presente en su pueblo. Él nos dirige su palabra con tono de paz. Digámosle repetidamente: R/ Señor, que veamos y experimentemos tu bondad.

  • Señor, tú no estás en el rayo y en el trueno de la ira y la venganza. Escucha el grito de tu Iglesia, dondequiera que esté perseguida y privada de libertad, y así te decimos:
  • Señor, tú no estás en el tornado de los que infligen daño a sus opositores; cambia sus corazones y sé compasivo con ellos y con sus víctimas, y así te decimos:
  • Señor, tú no estás en el terremoto de los que siembran temor y provocan guerras. Da paz y justicia a sus víctimas y también a los que les hieren, y así te decimos:
  • Señor, tú no estás en el fuego de los que juzgan y condenan a sus hermanos. Muestra tu amabilidad a sus víctimas, y convierte los corazones de los que hieren a otros, y así te decimos:
  • Señor, tú estás en la suave y agradable brisa de la gente que trata de servirte bien, y que lleva alegría a sus familias y comunidades. Permanece muy cercano a ellos y dales fortaleza, y así te decimos:

    Padre, ponemos nuestra esperanza en ti, nos fiamos de tu palabra. Quédate siempre con nosotros, y que tu Hijo Jesús sea nuestro compañero en la vida, ahora y por los siglos de los siglos.

Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tú quieres asegurarnos
de qué modo tan maravilloso estás con nosotros
por medio de quien es nuestro alimento y bebida,
tu Hijo Jesucristo.
Que él nos dé el valor para caminar con él
por el tormentoso camino de la fe,
y para arriesgarnos a amar.
Y que así depongamos nuestros miedos y temores
y hagamos de su palabra tranquilizadora
el fundamento de nuestra vida y de nuestro trabajo,
hasta que consigamos el puerto seguro de paz en ti,
Dios nuestro, por los siglos de los siglos.

Introducción a la Plegaria Eucarística
Con un solo corazón y una sola voz, expresemos nuestra confianza en Dios, porque nos ha dado a su Hijo Jesús como nuestro Salvador y nuestro compañero en la vida.

Introducción al Padre Nuestro
Oremos con el Señor Jesús
su oración confiada a su Padre del cielo.
R/ Padre nuestro…

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todo pecado y de todo mal
y concédenos la paz en nuestros días.
Mantennos libres de todo desaliento
y de todos los temores que nos paralizan.
Ayúdanos a descubrir, por detrás de los obstáculos,
la mano salvadora de tu Hijo,
para que marchemos hacia adelante, alegres y animosos,
hacia la gloriosa venida
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Invitación a la Comunión
Éste es el Cordero de Dios
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los siervos
a quienes el Señor, cuando venga,
los encuentre despiertos.
Les ofrecerá un puesto a su mesa
y les servirá.
R/ Señor, no soy digno.

Oración después de la Comunión
Éste es Jesús, el Hijo de Dios,
que nos dice hoy:
"¡Ánimo, soy yo!
Vengan a mí y caminemos juntos
a través de peligros y obstáculos".
Dichosos nosotros de recibir al Señor
y de que renueve nuestra fuerza y nuestra fe.

Oración después de la Comunión
Señor Dios nuestro, Padre de todos:
Por medio de Jesús, tu Hijo,
tú nos invitas a deponer nuestra tímida seguridad
y a caminar contigo por el agua
para entregarnos a ti y a los hermanos.
Aunque nos veamos la mano de Jesús
que se extiende hacia nosotros
para agarrarnos,
danos suficiente fe confiada
para estar seguros de que con él venceremos.
Construye el futuro que tú sueñas para nosotros,
hasta que Jesús nos lleve hacia ti,
Dios nuestro, por los siglos de los siglos.

Bendición
Hermanos: Esperamos que esta eucaristía haya sido para todos nosotros una alentadora experiencia de fe. Hemos expresado nuestra fe de que Jesús nuestro Señor nunca nos abandona, de que él está con nosotros en las tormentas de la vida extendiendo su mano amable hacia nosotros, y de que con él podemos superar todos los obstáculos. Para que esta confianza y esperanza florezcan siempre en nosotros pidamos que el Señor nos bendiga.
Y así, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

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