Liturgia Viva del XV Domingo del Tiempo Ordinario
La Ley Está en Tu Corazón
Saludo (Ver Primera Lectura)
Que la Palabra de Dios esté muy cercana a nosotros, en nuestra boca y en nuestro corazón, y que Jesús, Palabra Viva y Señor nuestro, esté siempre con ustedes.
Introducción por el Celebrante
La ley es la médula y el significado de la vida; es también la cima de los mandamientos. Lo sabemos. Pero la cuestión es: ¿En qué medida es genuino y profundo nuestro amor?
El test consistirá en lo lejos que queramos ir “molestándonos” por el amor, o “perdiendo” nuestro tiempo movidos por él, o dejando de lado nuestros intereses, y teniendo un corazón para acoger también a los extraños y a los inadaptados. — Jesús está aquí con nosotros: él se compadecía a la vista de los pecadores, los enfermos y los que sufrían. Pidámosle a él, el primer Buen Samaritano, que nos haga buenos prójimos para con todos los que necesiten de nosotros.
Acto Penitencial
Queremos amar a los hermanos y al Señor, pero sabemos que nuestro amor es a veces inadecuado.
Les pedimos perdón ahora al Señor y a los hermanos.
(Pausa)
Señor Jesús, tú viniste a vivir entre nosotros, tan compasivo como el Buen Samaritano;
tú alzas a todos los abatidos.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús, tú te acercas a los heridos en su cuerpo o en su vida y les concedes sanación.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús, tú nos pides que mostremos tu amor afectuoso a todos los necesitados, sin mirar el costo.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor, perdona nuestros pecados, especialmente nuestro amor tibio y mediocre.
Y llévanos a la vida eterna.
Oración Colecta
Oremos para que estemos siempre disponibles
para los hermanos que nos necesiten.
(Pausa)
Oh Padre tierno y misericordioso:
Tú viste con agrado
cómo Jesús no pasaba de largo ante nosotros
en nuestra pobreza y sufrimiento,
sino que se acercó y se hizo nuestro prójimo.
Haz que nuestro corazón salga a buscar
a los heridos y tumbados a la orilla del camino;
y danos valor para entregarles nuestro tiempo
y para levantarlos y cuidarlos hasta que se curen.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Primera Lectura (Dt 30,10-14): La Ley del Corazón
Dios nos llama a entrar en proceso de seria conversión, y a obedecerle a él y a sus mandamientos, ya que él está cercano a nosotros y su ley está escrita en nuestros corazones.
Segunda Lectura (Col 1,15-20): Dios se hace cercano a nosotros en Cristo
He aquí lo que nos dice un antiguo himno a Cristo: Jesucristo, el Hijo, llegó a hacer visible cuán cercano quería Dios Padre sentirse de su pueblo. — Jesús es la cabeza de toda la creación y de todos aquellos a quienes salvó con su amor.
Evangelio (Lc 10, 25-37): Todo el Que Está en Necesidad es Mi Prójimo
Para alcanzar la vida eterna no es suficiente con saber que debemos amar a Dios y al prójimo; tenemos también que llevar a la práctica ese amor, incluso cuando nos es molesto o incómodo o cuando la otra persona es enemiga nuestra.
Oración de los Fieles
Presentemos a Dios, a quien agrada nuestro interés por los hermanos que él ha puesto en nuestro camino, y digámosle: R/ Tú, Señor, cercano a los que te invocan, escúchanos.
- Por todos los ministros de la Iglesia, para que proclamen fielmente la palabra y la ley de Dios, y para que, al mismo tiempo, caminen por los caminos del Señor, que son caminos de compasión y amor sin medida, roguemos al Señor.
- Por aquellos cuya profesión consiste en ayudar a los enfermos y necesitados -como doctores, enfermeras, asistentes sociales- para que se sientan movidos por actitudes de amabilidad y amor hacia aquellos a quienes sirven, roguemos al Señor.
- Por los postrados y heridos en el camino de la vida, para que puedan encontrar buenos samaritanos que les asistan para restaurar su fe en la misma vida y su confianza en los hermanos, roguemos al Señor.
- Por choferes y viajeros, para que tengan un viaje seguro y feliz , y lleguen a destino sanos y salvos, roguemos al Señor.
- Por todos los que han sido buenos prójimos para nosotros, que el Señor los recompense generosamente con su gracia y con su amor, roguemos al Señor.
- Y por todos nosotros, para que tengamos tiempo, atención y mano servicial y generosa los unos para con los otros, roguemos al Señor.
Señor Dios nuestro, nuestros hermanos son tu regalo para nosotros . Ayúdanos a amarnos unos a otros con el mismo amor generoso que nos has mostrado en Jesucristo nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro:
Tú quieres que no busquemos seguridad
observando la letra de la ley,
sino que busquemos inseguridad
entregándonos a ti y a los hermanos.
Danos el valor de arriesgarnos
y, como Jesús, de hacer el sacrificio
de entregarnos totalmente a ti
en nuestros hermanos necesitados
y de compartir sus penas y alegrías,
sus quejas y problemas,
para que les conozcamos y les amemos
como tú nos conoces y nos amas,
en Jesucristo nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
En la plegaria eucarística recordamos el amor total que Jesús nos mostró en su muerte en la cruz y en la donación de la eucaristía. Demos por ello sinceras gracias a Dios Padre.
Invitación al Padre Nuestro
Como hijos e hijas de un mismo Padre,
nos sentimos llamados
a amarnos mutuamente.
Oremos con total confianza
a nuestro Padre del cielo.
R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la paz en nuestros días.
Por tu misericordia, líbranos de nuestros temores y formalismos vanos,
y ayúdanos a amar a nuestro prójimo
como tú mismo nos amas
–con toda tu alma y corazón—,
mientras trabajamos con gozosa esperanza
por el regreso glorioso
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo.
R/ Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Señor,
Cordero de Dios,
que se entregó a la muerte
para que nosotros tengamos nueva vida..
Dichosos nosotros
de estar reunidos en torno a esta mesa
como hermanos y hermanas del Señor.
Oración después de la Comunión
Dios y Señor nuestro:
Cuando, exhaustos y hambrientos,
yacíamos a la orilla del camino,
tú nos enviaste a Jesús, tu Hijo.
Te damos gracias por haberle enviado
a decirnos sus bondadosas palabras de ánimo y aliento
y a sanar con su cuerpo y su sangre
nuestras heridas causadas por el pecado.
Que él nos dé aquí y ahora el amor que nos acerca solidariamente
a todas las miserias
de nuestros hermanos que sufren.
Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.
Bendición
Hermanos: En el evangelio de hoy, varios transeúntes vieron al hombre que yacía medio-muerto a la orilla del camino, pero fue sólo un extranjero y enemigo quien se le acercó y tuvo compasión de él. — Vayamos y ayudemos a tantos hermanos que nos rodean y que sufren, y son humillados y maltratados por la vida. Alcémoslos, vendemos sus heridas, ofrezcámosles nuestro tiempo y nuestro cariño, y démosles lo mejor de nosotros mismos.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.