Liturgia Viva del XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
DOMINGO 32 (Ciclo B)
- En las Manos de Dios
- El Pobre Sabe cómo Compartir
Saludo (Ver Salmo Responsorial)
Alaben al Señor
que da pan a los hambrientos
y endereza a los que ya se doblan.
Es él quien guarda a los peregrinos
y sustenta al huérfano y a la viuda.
Que este Dios de amor esté siempre con ustedes.
Introducción por el Celebrante
1. En las Manos de Dios
¿Hasta qué punto nos atrevemos nosotros, cristianos, a vivir en las manos de Dios? Como cristianos, ¿no debería ser esa nuestra marca registrada, “denominación de origen”, juntamente con el amor de unos para con otros? — Se supone que amamos tanto a Dios que confiamos en él completa y absolutamente, sin condiciones, sin miedo ni vacilación. Ése fue el estilo de vida de Jesús, quien vivió totalmente en las manos de su Padre. Incluso en su muerte humillante en la cruz pudo exclamar: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Aun siendo nosotros tímidos y débiles, ofrecemos ahora, con Cristo nuestro Señor, nuestra confianza al Padre y le confiamos también todos nuestros seres queridos.
2. Los Pobres Saben cómo Compartir
Para algunos es algo sorprendente y alentador el ver cómo muchos pobres se ayudan unos a otros, cómo comparten lo muy poco que tienen y cómo lo hacen sin alardear, discreta y espontáneamente. ¿No habría de ser esto para todos nosotros una invitación a la conversión, a mayor generosidad? Esto hace que el pobre se convierta así en benefactor, el que recibe en donante, el indigente en persona rica a los ojos de Dios. ¿Dónde nos encontramos nosotros? ¿Sabemos cómo dar, con confianza en Dios y en los hermanos? Unámonos a Cristo en su sacrificio, en la eucaristía y en la vida, porque él se dio totalmente a nosotros.
Acto Penitencial
Dios ha sido generoso con nosotros, pero nosotros con frecuencia hemos sido tacaños con otros a la hora de compartir nuestro amor y nuestras cosas. Pidamos perdón a Dios y a los hermanos por nuestro egoísmo.
(Pausa)
Señor Jesús:
Tú llamaste dichosos y bienaventurados a los pobres de espíritu,
y con tu estilo de vida nos enseñaste el camino.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo Jesús:
Tú te entregaste totalmente a los otros:
con tu vida, tu muerte, todo lo que eres.
R/ Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor Jesús;
Tú tomaste sobre ti nuestras faltas y pecados y nos enriqueciste con tu propia vida.
R/ Señor, ten piedad de nosotros.
Ten misericordia de nosotros, Señor, perdona y elimina todo nuestro egoísmo, haznos generosos como tú lo fuiste.
Y llévanos a la vida eterna. Amén
Oración Colecta
Pidamos a Dios profunda confianza en él.
(Pausa)
Oh Dios bondadoso,
que tienes un corazón de padre y de madre:
Tú te preocupas por los pobres.
Por eso, otorga justicia a los oprimidos
y da alimento a los hambrientos.
En tu Hijo Jesús nos has mostrado
cómo hay que dar, no de lo que nos sobra,
sino dándonos totalmente a nosotros mismos.
Confunde nuestros cálculos mentales
y cambia nuestros intereses personales
por un compartir generoso,
para que nuestra forma de dar
se parezca a la tuya, sin contar nunca el coosto.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Primera Lectura (1Re 17,10-16): Dio lo Último que Tenía
En tiempo de hambruna, una viuda pagana da sus últimas provisiones al profeta Elías porque éste se lo pide en nombre de Dios. Ambos, el profeta y la viuda, confían que Dios proveerá.
Segunda Lectura (Heb 9,24-28): Cristo se Sacrificó por Todos
Cristo ofreció a Dios no dones artificiales, hechos por mano humana, sino que se dio a sí mismo sin medida. Por esto su sacrificio, ofrecido de una vez para siempre, tuvo suficiente poder para salvarnos.
Evangelio (Mc 12,38-44): Ella Ofreció Todo lo que Tenía para Subsistir
Mientras otros daban lo que les sobraba, la pobre viuda dio todo cuanto tenía para sobrevivir. Fue más generosa que nadie.
Oración de los Fieles
Oremos a Dios, nuestro Padre generoso, que ama a los débiles y humildes, y roguemos por todos los que son realmente pobres. Y digamos: R/ Escucha a tu pueblo, Señor.
- Señor, te pedimos por tu Iglesia. Presérvala de la tentación del poder y de las riquezas. Y así te decimos: R/ Escucha a tu pueblo, Señor.
- Señor, te pedimos por todos los gobernantes y oficiales públicos.Presérvalos de la tentación de la avaricia, de la corrupción y del abuso de poder. Y así te decimos: R/ Escucha a tu pueblo, Señor.
- Señor, te pedimos por los huérfanos y las viudas. Líbralos de la desesperación; y a nosotros haznos atentos a su necesidad de amor, compasión y de ayuda generosa y eficaz. Y así te decimos: R/ Escucha a tu pueblo, Señor.
- Señor, te pedimos por todos los pobres que se sienten inseguros por el día siguiente. Que sepamos llevarles seguridad y amor. — También por los ricos, para que sepan abrir su corazón y sus manos dadivosas para compartir generosamente. Y así te decimos: R/ Escucha a tu pueblo, Señor.
- Señor, te pedimos por esta nuestra comunidad. Haznos lo bastante generosos para compartir no sólo desde nuestra abundancia, sino también, cuando sea necesario, desde nuestra pobreza. Y así te decimos: R/ Escucha a tu pueblo, Señor.
- Señor, traemos ante ti también nuestras intenciones personales (Momento de silencio).Y así te decimos: R/ Escucha a tu pueblo, Señor.
Padre, sabemos que nos amas y cuidas de nosotros con la ternura de una madre. Te confiamos todos nuestros afanes y preocupaciones. Sé generoso con nosotros y, como tú, haznos generosos con los demás, por el poder de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.
Oración sobre las Ofrendas
Oh Dios, Padre amoroso:
En estos signos de pan y vino
celebramos cómo Jesús, tu Hijo,
se dio a sí mismo de una vez para siempre,
para que nosotros vivamos, amemos y seamos libres.
Danos la gracia de aprender de él
a no preguntarnos
cuánto podemos aportar sin que nos duela,
sino que sea él nuestra fortaleza
para que sepamos dar lo mejor de nosotros mismos
y para responder generosamente a su voz
que nos grita, pidiendo ayuda, a través de cualquier necesitado.
Concédenoslo, Dios Padre, por medio de Jesucristo, nuestro Señor.
Introducción a la Plegaria Eucarística
Demos ahora gracias y alabanza a Dios nuestro Padre por Jesús,
que se entregó totalmente a sí mismo
para que nosotros viviéramos y fuéramos capaces de amar.
Invitación al Padre Nuestro
Dios sabe lo que necesitamos, porque él es nuestro Padre.
Le rogamos con la confianza de Cristo Jesús. R/ Padre nuestro…
Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, de todos los males
y concédenos la paz, que procede de vivir en tus manos
y de descubrir tu presencia
en nuestros hermanos necesitados.
Por tu gran misericordia,
líbranos del miedo de tener que entregarnos a nosotros mismos,
mientras esperamos con alegría la vida y salvación
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. R/ Tuyo es el reino…
Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Cordero de Dios
que se sacrificó a sí mismo para el perdón de nuestros pecados
y para compartir su vida con nosotros.
Dichosos los pobres y hambrientos,
porque el Señor los invita a su mesa
para darse a sí mismo a ellos. R/ Señor, no soy digno…
Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre misericordioso:
Tu hijo vino a nosotros
para colmar con tus dones a los pobres,
conscientes de su propia vaciedad,
y les llamó dichosos y bienaventurados.
Ayúdanos a descubrir
que nosotros también somos realmente pobres:
en fe, en confianza y en amor generoso.
Quédate cerca de nosotros por medio de tu Hijo,
para que nos hagamos disponibles para todos
y compartamos lo mejor de nosotros mismos
sin ninguna exhibición vanidosa,
sino con obras calladas de amor y servicio,
como lo hizo Jesús, tu Hijo,
que vive contigo y con nosotros
por los siglos de los siglos.
Bendición
Hemos celebrado el sacrificio de Jesús. Él dio todo lo que tenía y lo que era –todo su ser— para llevar a los otros vida y felicidad.
Marchemos ahora a nuestra vida cotidiana, para ser verdaderamente cristianos, es decir, personas semejantes a Cristo; que no contemos nunca el costo de nuestra donación y entrega..
Que Dios todopoderoso les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Podemos ir a compartir gratuita y generosamente unos con otros
lo que somos y tenemos, todo regalo de Dios.