Liturgia Viva – Martes de la 13ª semana del Tiempo Ordinario
EN VIENTO Y EN TORMENTA
Liturgia de la Palabra
Introducción a la Primera Lectura: Gén 21,5.8-20
El dramatismo de la lectura que vamos a oír nos conecta con la intimidad del corazón de nuestro Padre: Si sobre Isaac, el hijo de la Promesa, recaerá la descendencia de Abraham, el Señor no abandonará sin embargo a Ismael, el hijo que aparentemente no respondía a su plan. Dios escucha el llanto de su Pueblo incluso cuando se haya equivocado. Se hace cargo. Nos rescata del desierto y nos incluye también, como Ismael, en su herencia eterna.
Introducción al Evangelio: Mt 8,28-34
Jesús tiene compasión de los que, en su tiempo, se consideraban poseídos por el demonio. Los suyos los aborrecían y los excluían. Su poder liberador está obrando incluso en esas zonas oscuras, infernales, que parecen irreductibles y que solo puede desatar el poder del Señor.
Colecta
Señor Dios nuestro:
Tu hijo Jesucristo se compadeció
de gente rechazada y expulsada por la sociedad
y los regeneró como seres humanos.
No nos permitas nunca juzgar a nadie
ni rechazarlos ni dejarlos fuera de nuestras comunidades.
Que dejemos el juicio solo para ti
porque solamente tú conoces
lo que está ocurriendo
en el corazón de los hombres.
Haznos afables y compasivos
por Jesucristo nuestro Señor.
Intenciones
– Por la Iglesia de Jesucristo, para que su fe y amor no se tambaleen en las dificultades y tormentas de nuestro tiempo. Oremos.
– Por marineros y pescadores, para que el mar les sea tranquilo y apacible, y generoso en captura de pescado; también por todos los que viajan por mar, para que puedan alcanzar su destino sanos y salvos. Oremos.
– Por nosotros mismos, para que nunca tengamos miedo, ya que sabemos con certeza que Jesús está con nosotros, y así nos mantengamos serenos y en paz. Oremos.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios amoroso:
Tu Hijo Jesús murió
como un proscrito abandonado por su pueblo,
colgado de una cruz que nos salvó.
Que esta ofrenda de pan y vino exprese
que somos uno con Jesús
y que con él nosotros acogemos a los hermanos
como tú los acoges y quieres salvarlos.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, Padre nuestro:
Nos has permitido participar
en la mesa de tu Hijo,
unirnos a él en su alabanza
y acción de gracias a ti.
Por su poder queremos seguir
dándote honor y gracias
con toda nuestra vida
por medio de obras de justicia, amor
e infinita compasión por el pueblo
que se descorazona en su lucha
en las dificultades de la vida.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
Bendición.
“¿Por qué tienen miedo, hombres de poca fe?” Confiémonos de todo corazón al Señor. Con él podemos vencer todas las dificultades. Que Dios todopoderoso les bendiga, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.