3. ¿Quién soy para tí?
Aunque seas infiel, yo permaneceré fiel, porque no me puedo negar a mí mismo. ¿Recuerdas que mis delicias son estar con los hijos de los hombres? Te he prometido estar contigo hasta el fin de los tiempos, y puedes tener la seguridad de que cumpliré mi promesa. Porque el cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán.
4. Mi cruz y la tuya
Hoy quiero hablarte de la cruz, un misterio que no acabarás de entender nunca del todo. Tiene mil formas: dolor físico, sufrimiento moral, crisis en los caminos del espíritu… Todas estas pruebas alcanzan su culminación en la agonía y en la muerte.
5. Os dejo mi Espíritu
¿Eres feliz? Ya sé que aspiras a serlo, que quieres vivir en plenitud. Es nuestro Padre quien ha puesto en tu corazón ese deseo. Eres un anhelo que no se va a colmar con todas las riquezas del mundo. Tu sed más honda, más viva, más ardiente es sed de Dios, y sólo se saciará con él. ¿Sabes que te he enviado a mi Espíritu, el mismo Espíritu del Padre, para que colme ese deseo?
6. Ahí tienes a tu madre
Hoy te presento a mi Madre. Te la di con el mayor cariño en el momento cumbre de mi vida terrena. Ella te estaba gestando en el dolor al pie de la cruz y a mí no me faltaba más que poner el sello de reconocimiento público a esa misteriosa maternidad. María es madre mía y madre tuya, porque tú y yo somos hermanos.
7. Convertíos
¿Cuántas veces has pensado que debías cambiar? Sé que hay algunas cosas (¿o muchas?) de ti mismo/a que no te gustan. En ocasiones te he visto preocupado/a por tu aspecto físico, por algunos defectos de tu carácter, e incluso por tu fe.
8. Amaos como yo os amo
Yo sé que tienes muchos sueños. Sé que estos sueños han ido cambiando ¡con el paso del tiempo. No sueñas lo mismo ahora que cuando tenías siete doce años. Pero sé también que, por encima de todo, lo que más deseas es que alguien te quiera y que te quiera para siempre. En la vida has experimentado un poco de todo, pero quizá han abundado más las personas que te han querido que las que te han hecho daño. Esto te ha permitido vivir y llegar hasta hoy.
18. El hombre y su soledad
La soledad se resuelve fundamentalmente desde el corazón; desde la conciencia cierta que da la fe, de que Dios está conmigo.
Tentar y tentación
En esta ocasión la petición del Padre Nuestro habla de las tentaciones del hombre y del «tentar» de Dios al hombre. Nosotros, al igual que muchos hombres antes en la historia de Israel, tentamos a Dios, es decir dudamos de su amor, de su presencia de salv
La casi desconocida madre de un judío marginal
La madre de este hombre se llama Miriam, Un nombre muy evocador. Recordaba a la hermana de Moisés y de Aarón, llamada «María, la profetisa».
¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Es una pregunta de rigurosa seriedad. Tras ella, nada volverá a ser igual. Donde los actores decían «comprender/no comprender», «ver/no ver» ahora van a empezar a decir «cargar con la cruz», «subir a Jerusalén».
Perdona nuestras ofensas
Ante nosotros una petición dicha en una simple frase pero que encierra un gran anhelo: el perdón de nuestros pecados. Pero Jesús nos enseñó que para poder hacer esta petición, antes debemos haber perdonado de corazón nosotros a aquellos que nos han hecho