Tiempos fuertes

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El Bautismo

El Bautismo

Toda la Cuaresma apunta a la Noche de Pascua, cuando se bautizan los catecúmenos y todos los bautizados renovamos de manera solemne las promesas bautismales. En el transcurso de la cuarentena, en varios momentos, las lecturas bíblicas evocan de manera simbólica el bautismo. Siempre que aparece alguna escena con referencias al agua y a la purificación se puede interpretar desde la perspectiva bautismal.

Compasión

Compasión

La palabra “compasión” significa padecer con, com-padecer, y sin duda este tiempo nos conduce a la contemplación de los misterios de la Pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, para sufrir con quien va a la Cruz para redimirnos de nuestros pecados. La compasión tiene que ver también con la misericordia, pues ambas son un sentimiento que nace de las entrañas conmovidas.

Transfiguración

Transfiguración

 No es indiferente que la Iglesia escoja para el segundo domingo de Cuaresma el relato de la Transfiguración de Jesús. Con ello intenta aplicar la misma  pedagogía que tuvo el Maestro con sus discípulos más íntimos, cuando se los llevó a un monte alto y su rostro resplandecía de luz, y sus vestidos tomaban el color de la gloria, blancos como ningún batanero los podía dejar,

Conversión

Conversión

Al inicio de la Cuaresma, en el momento de recibir la imposición de la ceniza, el sacerdote pronuncia, una invitación: “Conviértete y cree en el Evangelio”. La conversión suele referirse a quienes de pronto, por gracia, vuelven a la Iglesia, se encuentran con el Señor, sienten dolor por su vida pasada y cambian de manera notable.

El perdón

El perdón

La santidad, la perfección y la misericordia forman un tríptico que revela la identidad de Dios, que hace salir el sol para juntos e injustos, tríptico que es también llamada para cumplir los mandatos del Señor, quien nos ha dado ejemplo de saber amar y perdonar a sus propios enemigos.

Soledad

Soledad

El término soledad despierta múltiples resonancias, en general unidas a situaciones dolorosas, existenciales, como es el caso de la reina Ester, cuando angustiada se dirige a Dios en su oración: “Señor mío, rey nuestro, Tú eres el único. Defiéndeme, que estoy sola y no tengo más defensor que Tú. A nosotros sálvanos con tu mano y defiéndeme a mí, que estoy sola, y no tengo a nadie fuera de ti, Señor”.

Undécima Estación. Jesús es clavado en la Cruz

Undécima Estación. Jesús es clavado en la Cruz

Jesús, ¿era necesario que llegaras hasta aquí? “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos”. La Cruz nos revela que Dios. en vez de aconsejarnos cómo soportar nuestro dolor, se ha convertido en nuestro propio sufrimiento. Toda cruz es sacramento de la Redención.

Duodécima Estación: Jesús muere en la Cruz

Duodécima Estación: Jesús muere en la Cruz

No es momento de comprender, sino de rendir el pensamiento, entrar en comunión con el dolor del mundo, adorar, y si puedes, llegar a decir en medio de la prueba: “Bendito sea Dios”. Confío en ti, me pongo en tus manos.

Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestidos

Décima Estación: Jesús es despojado de sus vestidos

Jesús, ¿por qué tanto despojo y tanta humillación? Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo, diente por diente”. Pero yo os digo: al que quiera ponerte pleito para quitarte la tún­ica, dale también el manto” (Mt 15, 38-39). Déjate revestir por Cristo con la túnica de hijo de Dios, de hombre nuevo, reconciliado.

Undécima Estación. Jesús es clavado en la Cruz

Undécima Estación. Jesús es clavado en la Cruz

Jesús, ¿era necesario que llegaras hasta aquí? “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos”. La Cruz nos revela que Dios. en vez de aconsejarnos cómo soportar nuestro dolor, se ha convertido en nuestro propio sufrimiento. Toda cruz es sacramento de la Redención.

Novena Estación: Jesús cae por tercera vez

Novena Estación: Jesús cae por tercera vez

Jesús, ¿por qué aguantas tanto? Tres veces fue tentado y las tres veces venció. Tres veces fue negado, y tres veces confesó al discípulo el amor. Nunca dejará Jesús de ofrecernos su mano, pues Él sabe de qué barro hemos sido hechos. Siempre nos dará la fuerza suficiente para levantarnos.