La luz
Ya no habrá ocaso, la tiniebla no podrá nunca a la luz, Jesucristo es la Luz del mundo, quien se acerca a Él no vive en tinieblas.
La piedra quitada
El corazón humano, por la gracia, se abre, se desbloquea, se siente libre, por don de Dios. Las mujeres madrugaron y llevaban lo mejor se sí mismas, aunque no tuvieron que correr la piedra.
Domingo de Resurrección. Oraciones para Semana Santa.
Tu PASCUA es una manera nueva de ver, abrazar y construir el mundo; una manera nueva de hacer la historia desde la luz siempre nueva y recién hecha del día supremo de tu Resurrección.
Sábado Santo. Oraciones para Semana Santa.
Descansa en paz y duerme ahora. Pon tu suerte en esas manos, no vacilarás. Que tu carne descanse serena hasta la alborada.
Viernes Santo. Oraciones para Semana Santa
Ante este Cristo muerto quiero descubrir, vivir, celebrar y experimentar que Dios es amor, y que Él nos amó primero.
Jueves Santo . Oraciones para Semana Santa
Cristo maravilloso, gracias por enseñamos a descubrir al hermano, a tender la mano, a presentar la otra mejilla, a compartir pan y hogar.
I Sábado de Adviento: (Is 30, 19-21. 23-26; Sal 146; Mt 9, 35 – 10, 1. 6-8)
Si el profeta Isaías consuela a los deportados con palabras de esperanza, más allá de que se experimente escasez en la comida y bebida, ¡cuánto más deberemos acoger las palabras del profeta, si ya sabemos que la razón de todo consuelo es el nacimiento de Jesucristo!
I Viernes de Adviento (Is 29, 17-24; Sal 26; Mt 9, 27-31)
Quizá puedes interpretar que la profecía, que describe tanta belleza, es solo un deseo. Al contemplar las circunstancias políticas actuales de los territorios de Oriente Medio, no parece que coincida la descripción de Isaías con las noticias que nos llegan constantemente de aquellos países.
I Jueves de Adviento (Is 26, 1-6; Sal 117; Mt 7, 21. 24-27)
La humildad no es complejo de inferioridad, sino conocimiento de la propia verdad, lo que somos ante Dios. Con esta conciencia de criatura, a la hora de tratar con Él, tomamos la actitud de quienes son bendecidos por tener un corazón sencillo y una mente obsequiosa con la manifestación divina.
I Miércoles de Adviento: (Is 25, 6-10a; Sal 22; Mt 15, 29-37)
La Eucaristía es el banquete que sacia; no seamos como los invitados que rehúsan acudir a la fiesta. Las fiestas de Navidad, en resonancia con esta profecía, se celebran con abundancia de manjares y bebidas. Sería una paradoja que intentáramos saciarnos con alimentos materiales y no comiéramos del manjar mejor.
I Lunes de Adviento (Is 4, 2-6; Sal 121; Mt 8, 5-11)
Si gustas tu pertenencia a la Iglesia, si te sientes parte de ese resto que ha puesto su confianza en el Señor, y crees en la fuerza de la súplica, si no te avergüenzas de tu identidad cristiana, escucha la Palabra que hoy te dirige la liturgia.