
Sábado Santo. Oraciones para Semana Santa.
Descansa en paz y duerme ahora. Pon tu suerte en esas manos, no vacilarás. Que tu carne descanse serena hasta la alborada.

Viernes Santo. Oraciones para Semana Santa
Ante este Cristo muerto quiero descubrir, vivir, celebrar y experimentar que Dios es amor, y que Él nos amó primero.

Jueves Santo . Oraciones para Semana Santa
Cristo maravilloso, gracias por enseñamos a descubrir al hermano, a tender la mano, a presentar la otra mejilla, a compartir pan y hogar.

Miércoles Santo. Oraciones para Semana Santa
Déjame, Señor, estremecerme ante lo que eres. Permíteme, a pesar de los nubarrones que ensombrecen mi vida, permíteme arrodillarme y desahogar en ti mi corazón.

Martes Santo. Oraciones para Semana Santa
Corta con mi vida anterior, radicalmente, para que sea posible en mi el comienzo de una vida nueva. Ayúdame a poner entre lo anterior y lo que viene una muerte necesaria.

Lunes Santo. Oraciones para Semana Santa
Tu cruz adoramos, Señor, y veneramos tu pasión gloriosa. Ten piedad de nosotros, tú que has muerto por nosotros.
I MARTES DE ADVIENTO: (Is 40, 1-11; Sal 95; Mt 18, 12-14)
Nuestro Dios es compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en piedad. Nuestro Dios es bueno, como pastor que cuida su rebaño, como centinela que guarda la ciudad, como labrador que cuida su viña, como padre que ama a sus hijos.
II Lunes de Adviento: (Is 35, 1-10; Sal 84; Lc 5, 17-26)
Tiene la gloria del Líbano, la belleza del Carmelo y del Sarión. Ellos verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios” (Is 35, 1-2).
8 de diciembre: Inmaculada Concepción (Gén 3, 9-15. 20; Sal 97; Ef 1, 3-6. 11-12; Lc 1, 26-38
En el texto de la Anunciación, se descubre la profecía del autor del libro del Génesis. Donde señala la descendencia de la mujer que vencerá al Malo, cabe contemplar el acontecimiento de la Encarnación.
II DOMINGO DE ADVIENTO: (Is 11, 1-10; Sal 71; Rom 15, 4-9; Mt 3, 1-12)
Parece como si el profeta no fuera de este mundo, como si no tuviera experiencia de la sociedad, y viviera en un universo idílico. Y sin embargo, su visión adelanta lo que después dirá San Pablo: “Revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión; bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos.
I Sábado de Adviento: (Is 30, 19-21. 23-26; Sal 146; Mt 9, 35 – 10, 1. 6-8)
Si el profeta Isaías consuela a los deportados con palabras de esperanza, más allá de que se experimente escasez en la comida y bebida, ¡cuánto más deberemos acoger las palabras del profeta, si ya sabemos que la razón de todo consuelo es el nacimiento de Jesucristo!