Es un proceso de crecimiento según el plan de Dios que llama a todos a la santidad. Es una vocación. Incluye un dinamismo constante de crecimiento que está hecho de enamoramiento, desilusión y también de decisión. Es obra del Espíritu que mantiene vivo y activo el sueño profundo, nacido en el tiempo del noviazgo y primeros años de relación matrimonial.
