Es la actitud que Jesús reclamó y continúa reclamando a sus discípulos: «seréis mis testigos».

Es la actitud que Jesús reclamó y continúa reclamando a sus discípulos: «seréis mis testigos».
Una comunidad de vida-misión.
Vivir la espiritualidad de la vida cotidiana es, al mismo tiempo, dejarse evangelizar y seguir las huellas y el estilo de Jesús evangelizador.
A muchas personas se les ha endurecido tanto el corazón que casi han perdido la sensibilidad para obrar el bien y no tienen fuerzas para emprender un camino de vuelta a la verdadera libertad, al amor primero.
Seguir a Jesús significa entrar en el Reino que él proclama e inaugura y ligarse a su destino.
Cuando no se está centrado en lo esencial, la ambición puede llegar a extremos no sólo perniciosos, sino también ridículos y hasta grotescos.
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