Nos gustaría concluir este compartir mostrando los tres medios que han configurado nuestra espiritualidad conyugal y que nos han permitido, no solo sobrevivir a estos 50 años de matrimonio sin morir en el intento, sino también a mantenernos en el centro de la diana, sorteando los continuos altibajos que, como a cualquier pareja en la que los dos somos diferentes, han ido surgiendo en nuestra relación.
