Atrás queda esa imagen del cura distante, sólo, sabio, que no necesitaba de los demás.

Atrás queda esa imagen del cura distante, sólo, sabio, que no necesitaba de los demás.
Llamados de entre los hombres, deben vivir como hermanos con los hombres a imagen de Crísto.
Es preferible que hablen de lo que entienden, no sólo porque así acertarán sino también porque es lo que esperan de ellos los fieles.
Sin pretender abarcar toda la amplitud del tema, limitaré mi respuesta a dos ejes fundamentales. La tarea del cura para con los laicos y las opciones pastorales, consciente de que muchos otros quedan en el tintero.
Mi aportación nace de la ilusión y de la esperanza. También del sentido fraternal que permite decir las cosas con amor, sin pretender manipular a nadie.
Cada vez que releo el Nuevo Testamento, me doy cuenta de que el protagonista de esos libros es un magnífico retrato del sacerdote, del cura que yo quiero.
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