El mejor servicio que los curas pueden hacer a la fe propia y ajena es vivir con entusiasmo su vocación por el Reino. En la medida en que la viven, también las comunidades somos más fraternales, más evangelizadoras y más creativas.

El mejor servicio que los curas pueden hacer a la fe propia y ajena es vivir con entusiasmo su vocación por el Reino. En la medida en que la viven, también las comunidades somos más fraternales, más evangelizadoras y más creativas.
Me gusta ver al sacerdote como uno más de la comunidad que, por formación y carisma, ayuda a que crezca y vaya hacia adelante el grupo.
Ana de Felipe (economista) | Lunes 11 de Junio del 2007
Queremos es que se parezcan a Jesús de Nazaret, el único y eterno Sacerdote, que cuando estuvo en este mundo, vivió y actuó de esta manera en su relación con el Padre y con la gente.
Un hombre que se niega a admitir que el mundo sea una ’historia contada por un loco, llena de sangre y estruendo, pero carente de sentido’.
Tan sólo afirmo que si el cura de hoy aplica las mismas respuestas que el de ayer fracasará. Todo ha cambiado y también él debe renovarse.
Considero imposible pensar esta cuestión sin relacionarla con otra más general: ¿qué comunidades cristianas quiero?
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