Ojos hambrientos de esperanza, aguardando en sus manos abiertas la comida a su tiempo que no a todos llega.

Ojos hambrientos de esperanza, aguardando en sus manos abiertas la comida a su tiempo que no a todos llega.
‘Quien se encuentra con Jesús cara a cara no tiene otra salida que ponerse a su servicio’.
Nuestro dinero, nuestra vida, tiene una finalidad clara: ayudar a los demás, sobre todo si son pobres.
Vuestro amor me sabe a gratuidad en la donación, a ausencia de egoísmo, a acogida hogareña y, en último término, a ternura.
Al observar el inmenso campo de misión nos quedamos desbordados por la mucha mies y los pocos obreros que trabajan en ella.
Te describieron como «una casa enorme y muy cómoda, con grandes ventanas que dejaban entrar la luz del día».
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