Si la conciencia, que es fundamentalmente ‘mirada silenciosa’, no trasciende las palabras y los ritos, todo quedará sin fundamento y será verdad que quien comenzó a edificar no pudo terminar (Lc 10,40).

Si la conciencia, que es fundamentalmente ‘mirada silenciosa’, no trasciende las palabras y los ritos, todo quedará sin fundamento y será verdad que quien comenzó a edificar no pudo terminar (Lc 10,40).
Puede haber personas muy instruidas y aún no iniciadas; que lo saben todo, pero carecen de sabiduría y de aquellas condiciones elementales que hacen posible la presencia eficaz del misterio.
‘Iniciación’ significa, sobre todo, ‘comenzar’; entrar en un ámbito de constatación, de vivencia o, tal vez, de experiencia del misterio, en nuestro caso de Dios. ‘Tú, Señor, estás cerca’, de lo contario el Dios del que hablemos será un Dios de ‘oídas’.
Se ha enmarcado en la Cruz todo el misterio de aquel mayor Amor que nos liberta.
También tú lloraste con lágrimas humanas sobre la tumba de un amigo.
Que cada instante de nuestra existencia terrena madure en nosotros la semilla de la fe.
La oración hecha con los músculos tensos, no puede ser una oración recogida
La fascinante belleza de un primer minuto de oración
Y tú en el centro de esa penumbra, de ese misterio, ajeno a todos los ruidos y pasos perdidos de quien va y viene, esperas…
La infancia espiritual que proclama Jesús en el evangelio, es más que una ‘infancia’, propia del que ‘no habla’ (in-fans, eso significa); es una manera nueva de definir el silencio mental.
No busques, pues, sensaciones ni experiencias de Dios. Te basta creer y dejarte en sus manos… Así se es orante y se crece.