Consentir significa aceptar lo que Dios quiera y en la forma en que lo quiera. Es aceptar su presencia oscura como un ‘acontecimiento’ en el que estoy sumergido y en el que quiero estar anegado.

Consentir significa aceptar lo que Dios quiera y en la forma en que lo quiera. Es aceptar su presencia oscura como un ‘acontecimiento’ en el que estoy sumergido y en el que quiero estar anegado.
Señor y Padre mío, ayúdame a comprender la grandeza de lo pequeño.
Cuando está ocurriendo el ‘acontecimiento’ de estar con Dios, no trates de indagar.
Señor Jesús, tú que lloraste la ausencia de un amigo, comprendes hoy el dolor de nuestra familia.
María les recordaba el modo de ser de Jesús, sus gestos y palabras.
Señor, el que amas está enfermo, y tú vas a curarlo porque eres el médico y la medicina de Dios. Por eso te damos gracias. Sólo tú posees el secreto de la salud y de la vida.
La oración tiene que definirse también por la forma en que el hombre se abre, libremente, des-condicionadamente, des-apropiadamente, pobremente, al don de Dios, al Don, que es Dios.
El orante se esconde en esa corriente esencial y misteriosa de Jesús con su Padre, y en ella va siendo transformado en hijo, silenciosamente, sin saber cómo. La oración es el clamor amoroso de Cristo Jesús hacia su Padre
Una dificultad esencial es que muchos no saben qué es la oración. Y no se modifica la conducta porque muchos no tienen oración , aun creyendo que sí, o permanecen en bajos modos de trato con Dios, aferrados, engañados, aunque, tal vez, satisfechos
La oración silenciosa está configurada por tres grandes leyes: la ‘atención’, la ‘limpieza’, el ‘abandono’.
La profundidad nunca está en las palabras; está siempre está en el silencio.