Que en cada rostro humano acertemos a descubrir los ojos de un hijo tuyo.

Que en cada rostro humano acertemos a descubrir los ojos de un hijo tuyo.
María la nueva Eva, la zarza ardiente, la nueva arca de la alianza, la amada de Dios, la mujer fuerte, la mujer de fe….
Lo comprobamos nosotros mismos, poniendo la mano sobre nuestro corazón.
Que sepa hacerte visible en el centro de mi comunidad que es la tuya.
Señor Jesús, gracias por haberme llamado a cuidar a mis hermanos enfermos.
Uno para todos: hombres y mujeres, negros y blancos, sanos y enfermos, ateos y creyentes.
Pablo VI, que habló de la oración con una notoria sabiduría, dijo: ‘ El mundo moderno tiene necesidad de aprender de nuevo a orar’.
«queridos míos, purifiquémonos de toda mancha de la carne y del espíritu, consumando la santificación en el temor de Dios» (2Co 7,1)
«envió Dios a su Hijo… para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: ¡Abbá, Padre! De modo que ya no eres esclavo, sino hijo…» (Ga 4,4-7; Cf. Rm 8
«me complazco en mis flaquezas, en las injurias, en las necesidades, en las persecuciones y las angustias sufridas por Cristo; pues, cuando estoy débil, entonces es cuando soy fuerte» (2Cor 12,10).
«los pensamientos de los mortales son tímidos e inseguras nuestras ideas» Sabiduría (9,14)