Señor y Padre nuestro, te damos gracias por todos los dones que continuamente recibimos de ti.

Señor y Padre nuestro, te damos gracias por todos los dones que continuamente recibimos de ti.
Danos, Señor, la experiencia de los humildes,
esa oculta sabiduría…
Como los primeros apóstoles a quienes llamaste para que estuvieran contigo.
Si te descubrimos y alimentamos tu amistad, poco a poco nos haremos semejantes a ti.
Danos la fuerza de tu Espíritu para responder con fidelidad a tu llamada.
Ojos que arden como lámparas votivas alumbrando el más profundo centro de nuestra alma.
Que María se autodefina como la ‘esclava del Señor’ puede sonarnos a actitud regresiva e inhumana… ¿O aludirá a otra cosa?
Vamos a pedir a Virgen del Sí que crezca en la Iglesia, en nuestras familias esta experiencia de la llamada de Dios.
Abrasado de calor o cubierto de rocío, jamás has abandonado nuestra puerta.
El mundo entonces estaba igual de al revés que ahora, sólo cambiaba la dirección, había que huir del norte al sur.
Hazme ser en el corazón de la noche y en la noche del corazón de tantos hermanos, signo luminoso de esperanza.