La experiencia misionera es la que me ha ayudado a entender y vivir mi sacerdocio como un servicio a la comunidad.

La experiencia misionera es la que me ha ayudado a entender y vivir mi sacerdocio como un servicio a la comunidad.
El sacerdocio se hace historia personal de acogida del don del Espíritu, que unge y envía, y de respuesta a ese mismo don en las diversas circunstancias de la vida.
Ser una mediación, un puente, una ayuda para llegar a Él. Con mis limitaciones y mis dones, mis pobrezas y mis riquezas, con todo lo que soy.
No sé si soy un cura “conciliar”, pero sí que, por escueto tiempo biográfico, soy un cura “del Concilio”
Casi rayando los sesenta años fui destinado a Bolivia. En esta bendita tierra me encargaron de nuevo tomar las riendas de la formación.
En una convivencia me dieron una pegatina que decía: ¿Dónde serviré yo más y mejor? Ahí quedó la cosa.
Un único criterio debe conducirnos: el amor sin límites a Cristo, a la Iglesia y al pueblo de América Latina. Este amor debe generar un gran espíritu de comunión.
El lenguaje del dogma cristiano define al Espíritu como una de las personas del Dios Trino y realiza permanentes equilibrios para evitar por igual el triteísmo y el modalismo: el Espíritu es otra persona divina, pero no otro Dios ni simplemente un «aspecto» del único Dios.
Discurso pronunciado por Benedicto XVI en la tarde de este domingo 13 de Mayo en la sala de conferencias del Santuario de Nuestra Señora de Aparecida durante la sesión inaugural de la Quinta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.
«Bendeciré continuamente al Señor / su alabanza no dejará mis labios» (Sal 33,2
«El Hijo de Dios con lo que padeció aprendió la obediencia; y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que le obedecen» (cf. Hb 5,8-9).