Llega un nuevo Adviento. La Iglesia -¡miles de comunidades esparcidas por todo el mundo!- nuestra iglesia globalizada y localizada, se siente esposa, se siente madre. Aparecen en ella las señales de una impaciente espera. Aguarda. Vela. Se muestra inquieta.
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Tiempos fuertes
Galilea (2 de diciembre)
Hoy celebramos la fiesta de san Andrés, hermano de Simón Pedro, motivo para acercarnos, al atardecer, al Lago de Galilea, cuando los pescadores se disponen a faenar, a la hora de la brisa, como cuando el Creador bajó al jardín y llamó a Adán: “¿Dónde estás?
El Monte del Señor (1 de diciembre)
El camino de Adviento se nos presenta como el ascenso al Monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob, al Santuario, al Monte Sión, a la ciudad santa de Jerusalén…
Espacios verdes (30 de noviembre)
Los profetas describen los tiempos mesiánicos con distintas figuras, como la del desierto convertido en vergel, repoblado con cipreses, alerces, acacias, olivos, mirtos…, y árboles de hoja perenne.
Retiro de Cuaresma para sacerdotes
El papa Francisco no se ha inventado la misericordia. No se trata, pues, de algo nuevo. Su propuesta no es revolucionaria. Mucho menos se podría decir que es una opción de izquierdas, una ocurrencia más -como algunos dicen- de un papa “populista”, que no sabe teología, que más parece un cura de Pueblo que un Pontífice. Todo pontificado tiene y ha tenido sus resistencias. Es ley de vida.
Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2016
“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13). Las obras de misericordia en el camino jubilar.
Las entrañas de Dios (IV Miércoles de Cuaresma)
Quizá tú también, como el pueblo de Israel en tiempos del exilio, tengas la sensación de que Dios te ha olvidado, o que no responde a tus súplicas. Si es así, escucha la palabra del profeta y da fe a lo que te dice Dios, que se muestra con una solicitud inimaginable: “Sión decía: "Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha olvidado."
La alegría de la salvación (IV Lunes de Cuaresma)
La pedagogía de la Iglesia se deja sentir en la selección de los textos litúrgicos que se comienzan a proclamar en la cuarta semana de Cuaresma, en la que se nos ofrece la lectura del evangelio de san Juan, como referencia continua hasta la Pascua.
El agua que sana (IV Martes de Cuaresma)
Es fácil descubrir la concurrencia que hoy se da en las lecturas. En el primer texto contemplamos el agua que mana del santuario, del lado derecho: “Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho” (Ez 47, 2). El salmista alude al correr de las acequias, que alegra la ciudad de Dios (Sal 45). Y la escena evangélica se sitúa junto a la piscina probática.
Retornos (IV Domingo de Cuaresma)
La Palabra nos invita, en la mitad del camino cuaresmal, a acrecentar la esperanza, porque es posible recuperar el santuario de nuestro corazón, de manera semejante a como aconteció en tiempos del exilio. “El Señor, el Dios de los cielos, me ha encargado que le edifique una casa en Jerusalén, en Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, ¡sea su Dios con él y suba!» (2 Cró 36, 22-23).
La justificación (III Sábado de Cuaresma)
Es natural que deseemos adquirir el título por el que sentirnos justificados, como si eso se consiguiera por nuestros méritos y no por concesión de Dios, por su gracia. Pero debemos ser conscientes de la gratuidad, que no hemos merecido, que ha tenido el Creador con nosotros al darnos la vida y al redimirnos del pecado.