Tienen orejas y no oyen (III Jueves de Cuaresma)
Impresiona la denuncia del profeta de quienes, habiendo sido testigos de tantos prodigios como el Señor hizo con ellos, desoyeron sus mandatos y tomaron el camino independiente de la voluntad divina. “Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero no me escucharon ni prestaron oído” (Jr 7, 25)
Los caminos del Señor (III Viernes de Cuaresma)
Sé que no hay senda más segura para llegar a alcanzar la felicidad posible en esta vida que seguir la voluntad de Dios, revelada en las Sagradas Escrituras y concentrada en sus mandamientos. “Rectos son los caminos del Señor: los justos andan por ellos” (Os 14, 10).
Humildad y humillación (III Martes de Cuaresma)
Los textos sagrados de este día nos permiten ver las dos caras de una moneda: por un lado la bondad de Dios, que siempre perdona y acoge la súplica humilde de quien está angustiado, y por el otro lado, el posible cinismo, actitud humillante, de quien, habiendo sido perdonado, no tiene entrañas de misericordia para quienes conviven con él, y malversa el don del perdón recibido.
Hacer memoria (III Miércoles de Cuaresma)
Una de las claves para un buen discernimiento es recordar la propia historia, no solo los datos personales, sino los acontecimientos registrados en el interior como experiencias de gracia. Así, si se presenta una situación adversa, o un tanto dispersa, el recuerdo de lo que Dios ha hecho a lo largo de nuestra vida despierta, normalmente, el afecto hacia Él y el deseo de corresponderle.
Paradojas (III Lunes de Cuaresma)
Parece que no aprendemos nunca, y que los hechos se repiten de manera cíclica: a menudo se descubre que los extraños valoran mejor a los que destacan que los propios. La envidia, los celos, el afán de poder que impulsa a intentar desplazar al compañero suelen ser males endémicos
Solo Dios es Dios (III Domingo de Cuaresma)
A medida que avanzamos en el camino cuaresmal, la Palabra nos conduce hacia la opción creyente, por la que cada uno decide dar a Dios el culto que merece, y superar toda idolatría y dependencia de cosas y de personas.
El perdón
La santidad, la perfección y la misericordia forman un tríptico que revela la identidad de Dios, que hace salir el sol para juntos e injustos, tríptico que es también llamada para cumplir los mandatos del Señor, quien nos ha dado ejemplo de saber amar y perdonar a sus propios enemigos.
Soledad
El término soledad despierta múltiples resonancias, en general unidas a situaciones dolorosas, existenciales, como es el caso de la reina Ester, cuando angustiada se dirige a Dios en su oración: “Señor mío, rey nuestro, Tú eres el único. Defiéndeme, que estoy sola y no tengo más defensor que Tú. A nosotros sálvanos con tu mano y defiéndeme a mí, que estoy sola, y no tengo a nadie fuera de ti, Señor”.
El vestido
Quizá no nos despierte excesiva atención la referencia bíblica al vestido, y sin embargo, es una imagen que recorre la Biblia con significados muy ricos y en situaciones a veces muy dramáticas.
La Palabra
Hoy el profeta nos describe la virtud de la Palabra con la imagen de la lluvia. Al igual que en el tempero, cuando la lluvia suave cala y penetra la tierra al caer lentamente, así acontece cuando se presta oído a las Sagradas Escrituras y se sabe leer la realidad desde la Biblia, trascendiendo el significado de los acontecimientos e interpretándolos como historia providente
Misericordia
Aún duran los efectos del Año Santo Jubilar de la Misericordia que nos ofreció el papa Francisco como expresión de su magnanimidad y en coherencia con su discurso sobre el perdón divino, que se ofrece a todo aquel que se deja perdonar. Guardo en la memoria la expresión franciscana: “Nos cansamos nosotros antes de pedir perdón que Dios de perdonar”.