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Danos un corazón grande
Enséñanos a sabernos pequeños pero no despreciables, siervos pero no esclavos, pobres, pero verdaderos hijos tuyos.
Conviértenos en un salmo
Que cada una de nuestras células sea un verso estremecido, y cada sentido de nuestro cuerpo una estrofa llena de luz.
Mi flauta suena para ti
Soy pobre, pero tengo una pequeña flauta llena de música, que suena siempre para ti.
Viernes de la VI Semana del Tiempo Ordinario
Mc 8, 34-9, 1. El que pierda su vida por mí y por el Evangelio la salvará.
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