En el exilio
Viene y va
Rumi, el poeta persa y místico sufí del siglo XIII, dijo una vez que así es cómo la fe se mueve en nuestras vidas: Vivimos con un profundo secreto que a veces conocemos, luego no, y después conocemos de nuevo.
Rezar por los débiles y los fuertes
Cuando Jesús instituyó la Eucaristía en la Última Cena, alzó el pan y el vino como dos elementos en los que hacerse especialmente presente entre nosotros. Desde entonces, hace ya más de 2000 años, los cristianos que celebramos la Eucaristía utilizamos las mismas dos cosas, el pan y el vino, para pedir a Cristo que bendiga este mundo y traiga a nuestro mundo la presencia especial de Dios. ¿Por qué dos elementos? ¿Por qué pan y vino? ¿Qué realidad representa cada uno?
No hay ciudad permanente
La Escritura nos dice que en esta vida no tenemos ciudad duradera. Es cierto. Pero, al parecer, tampoco tenemos una casa, una escuela, un vecindario, un pueblo, una dirección con código postal, ni casi nada que sea duradero. Al final, nada dura.
La terapia de una vida pública
Hace más de cincuenta años, Philip Rieff escribió un libro titulado The Triumph of the Therapeutic (“El triunfo de lo terapéutico”). En él debatió que la amplia confianza en la terapia privada ascendió entonces en gran medida en el mundo secularizado porque la comunidad se había descompuesto.
Ortodoxia generosa
Existe un dicho atribuido a Atila el Huno, caudillo del siglo V, infame por su crueldad, que reza de este modo: Para que yo sea feliz, no sólo importa tener éxito; importa también que todos los demás fallen. Sospecho que Atila el Huno no fue el autor de ese dicho; pero no importa, eso nos da una lección.
El buen gusto de la broma y el vino
En la fiesta de las bodas de Caná, María dice a Jesús: No tienen vino, pidiéndole algún remedio. ¿Qué tienen en común el vino y la broma? Ambos proporcionan un extra necesario en nuestras vidas.
Un género más sutil de pobreza
Hay diferentes maneras de ser excluido en la vida. A comienzos de este año, murió uno de mis hermanos mayores. Por todos indicios, había llevado una vida ejemplar, entregada principalmente a los demás. Murió muy amado por todos los que lo conocieron. La suya fue una vida dedicada a la familia, la iglesia, la comunidad y los amigos.
Nuestro estilo de vida y nuestro superexplotado planeta
En un libro, The Book of Hope (El libro de la esperanza), en el que Douglas Abrams compartió autoría con Jane Goodwall, el autor hace esta declaración: Crear la raza humana quizá sea el más craso error realizado jamás por la evolución. Dice esto irónicamente, ya que reconoce que la aparición de la raza humana fue claramente proyectada por el proceso evolutivo y que, más bien que ser un error colosal, es la cima del proceso.
Nuestra más profunda soledad
Robert Coles, psicólogo de Harvard, al describir a la mística francesa Simone Weil, indicó una vez que lo que ella sufrió en realidad y lo que motivó su vida fue su soledad moral. ¿Qué es eso? La soledad moral es lo que experimentamos cuando anhelamos la afinidad moral, esto es, un alma gemela, alguien que nos conozca, comprenda y honre todo lo más profundo y valioso que hay en nuestro interior.
Rendirse al amor
Quizás todas las invitaciones que Jesús nos hizo puedan ser resumidas en una sola palabra: rendición. Necesitamos rendirnos al amor. Pero ¿por qué es difícil? ¿No debería resultar lo más natural del mundo?
¡Una sola frase lo dice todo!
Nos has hecho para ti, Señor, y nuestros corazones están inquietos hasta que descansen en ti. Ninguna frase, fuera de la escritura, me ha hablado nunca de manera tan poderosa, persistente y sugerente como esa frase de san Agustín. En esencia, es la historia de la vida de Agustín y también la historia de cada una de nuestras propias vidas.