En el exilio
¿Por qué las noches oscuras del alma?
El ateísmo es un parásito que se alimenta de la mala religión. Por esto, a fin de cuentas, los críticos ateos son nuestros amigos. Ellos mantienen nuestros pies al fuego.
La presencia real
Hoy, nuestra comprensión de la Eucaristía, en los círculos católicos romanos y también en la mayoría de los círculos protestantes y anglicanos, está muy concentrada en tres cosas: la liturgia de la Palabra, la música y la comunión.
Nuestra resistencia al amor
No tiene nada de sencillo ser un ser humano. Somos un misterio para nosotros mismos, y, con frecuencia, nuestros propios peores enemigos. Nuestra complejidad interior nos ofusca y, no raramente, nos frustra. En nada es esto más cierto que en nuestra lucha con el amor y la intimidad.
El hastío. Un defecto en nosotros mismos
En 2011, un libro de una escritora joven, Bieke Vandekerckhove, ganó el premio como el Libro Espiritual del Año en su nativa Bélgica. Titulado El sabor del silencio, el libro registra sus propias luchas después de serle diagnosticada, a la edad de diecinueve años, esclerosis lateral amiotrófica (ALS),
No cultivar la impaciencia
Hace treinta y cuatro años, cuando lancé esta columna, nunca habría dicho esto: La impaciencia no es algo que deba ser cultivado, a pesar de lo romántico que podría parecer. No confundáis a Jesús con Hamlet, la paz con la inquietud, la hondura con el desagrado ni la paz genuina con la ansiedad existencial del artista. La impaciencia en nosotros no necesita ser fomentada; produce suficiente estrago por sí misma.
Oración contemplativa
Hoy, la oración contemplativa, como es definida clásicamente y practicada popularmente, está sujeta a considerable escepticismo en algunos círculos. Por ejemplo, el método de oración comúnmente llamado Oración Centrante (Centering Prayer), popularizado por personas como Thomas Keating, Basil Bennington, John Main y Laurence Freeman
Los altibajos de la fe
El poeta Rumi insinúa que vivimos con un profundo secreto que a veces conocemos, luego no, y después conocemos de nuevo. Es una buena descripción de la fe. La fe no es algo que sujetas y posees de una vez para siempre. Lleva este camino: A veces andas sobre el agua, y a veces te hundes como una piedra.
El paso de un buen pastor
Ninguna comunidad debería descuidar sus muertes. El mes pasado murió en Canadá un admirable guía de la comunidad de fe, y podría aprovecharnos a todos recibir más plenamente su espíritu. ¿Cómo hacemos eso?
Nuestro anhelo de la inmortalidad terrenal
Compartimos el mundo con más de siete mil millones y medio de personas, y cada uno de nosotros tiene el indomable e innato sentimiento de que somos especiales y destinados de una manera única. Esto no es sorprendente, ya que cada uno de nosotros es verdaderamente único y especial. Pero ¿cómo se siente uno especial entre otros siete mil millones y medio?
El celibato, revisitado
Escribir en primera persona siempre resulta un riesgo, pero el tema de esta columna es mejor hacerlo -siento yo- a través del testimonio personal. En un mundo donde la castidad y el celibato son vistos como ingenuos y dignos de compasión, y donde existe un general escepticismo de que alguien los viva realmente, el testimonio personal es quizás la protesta más efectiva.
Nuestro pecado más común
Clásicamente, el Cristianismo ha catalogado siete pecados como “mortales”, significando que casi todo lo demás no virtuoso que hacemos toma su raíz, de alguna manera, en una de estas congénitas tendencias. Estos son los odiosos siete pecados: orgullo, codicia, lujuria, envidia, gula, ira y pereza.